Estilo de masas
Pablo de Rokha
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“Extraños del antaño de abajo y terrosos de horror, ensangrentados, somos pueblo solo, pueblo rojo, pueblo todo forjado en espanto, pueblo a quien no entiende el pueblo, porque es su corazón, y el corazón no se entiende a sí mismo.”

Arenga sobre el Arte.

 

Estilo de masas fue publicado en 1965, poco después que a Pablo de Rokha se le concediese el Premio Nacional de Literatura, galardón que la filibusterocracia le había escamoteado durante más de veinte años. El poeta iba a cumplir 71 años, y ya hacía 43 que había publicado su primer libro, Los Gemidos. Autor agonal y no ancilar, incómodo para el canon oficial, por estilo y por política (dos palabras que se imbrican en su poesía), Pablo de Rokha finalmente había logrado vencer una marginación inverosímil. Su yerno, el poeta Mahfud Massís, en una entrevista dada por la ocasión, lo explica: “Este es un caso único en el mundo, probablemente, en que no hay en ninguna librería de Chile un solo libro de un autor que acaba de ganar un premio. Han levantado contra él una verdadera cortina de silencio, en la cual se unen todos los extremos.”
Estilo de masas era (y es) un libro necesario en tiempos de ausencia. Penúltima obra del poeta, los textos que la componen se entroncan en la épica social americana, estilo propio del poeta, teorizado y ejemplificado en su libro Arenga sobre el arte (1949). Discípulo de Heráclito y de Platón, Pablo de Rokha es dialéctico y dialógico, creando poemas vivos, pletóricos de personajes trazados con tintes violentos y tiernos, en fecunda conversación entre la historia personal del poeta y la Historia de Chile; recordando antaño, para ver mejor ogaño. En ellos, las imágenes poéticas se suceden sin dar respiro, avalancha que ordena el caos, ya que, para el poeta, el oficio de la literatura trabaja con las entrañas de la humanidad, “sacando con mano temeraria y corajuda, el orden de lo humano-cosmos desde el desorden de lo arcano-caos, el orden de lo humano-cosmos, que es lo bello eterno, homogéneo o lo bueno-sublime”.
Naturalmente, como se trata de Pablo de Rokha, no habla desde torre de marfil alguna, sino desde la materia chilena proletaria y campesina, enfrentando al mundo como poeta roto y huaso: “Usted quiere que yo le converse de mi mismo. Pero si yo mismo soy eso. Toda la familia, Chile, los huasos, los rotos, porque yo soy huaso y roto. Con orgullo de serlo. Los mineros, los pescadores, los arrieros, el inquilinaje hambreado y pateado, el proletariado y el campesinado nacional. Por eso mis libros, como mis hijos, salieron de adentro de Chile. Mis libros, como mis hijos, y yo”, dice en una entrevista tras el Premio Nacional.
El libro se compone de siete textos. Siguiendo la feraz veta de la Epopeya de las comidas y bebidas de Chile, o de la Rotología del poroto, este libro tiene dos excelentes poemas-pueblo, absolutamente dionisiacos-rabelaisianos, homenaje a las costumbres chilenas y a sus comidas y bebidas: Campeonato de rayuela y La tonada de la posada de don Lucho Contardo. En Los rotos chilenos, Oceanía de Valparaíso y San Juan de la Costa se denuncia la tremebunda construcción-destrucción de un país que creció devorando y olvidando a sus pobres, a sus héroes y a sus tradiciones. Por último, los poemas que abren y cierran el libro, Carta-perdida a Carlos de Rokha y Heroína de antaño, son emotivas conversaciones con los amados ausentes, hijo y esposa, ambos grandes poetas y ambos prematuramente muertos.
La vigencia de Pablo de Rokha en el siglo XXI no debe sorprender a nadie. No sólo por la tremenda calidad literaria, que mezcla en mágica proporción rabia, ironía, alegría y ternura; por la admiración a su vida-obra tan comprometida, por su gran amor a Chile y el conocimiento de su Historia, de sus habitantes y de sus costumbres, sino también porque su vital voz rebelde clama contra la barbarie de un ubicuo e infame capitalismo cuya opresión pesa sobre nosotros en casi todas las dimensiones de nuestra vida.
Siendo un poeta que escribe desde y para el pueblo, el pueblo debe poder leerlo. Por ello, la Fundación de Rokha y Editorial Quimantú aúnan esfuerzos en la edición popular de este libro, en estos turbulentos tiempos en los que la palabra rokhiana es más urgente y necesaria que nunca:

“Extraigo mi idioma universal (como quien cosecha
trigo o porotos)
del subsuelo social y el reflejo vital de mi patria, y hago
el lenguaje internacional
de todos los pueblos de todos los tiempos,
estrujo la costumbre a la manera de los limones, y escribo
como testigo
y juez, reo del pueblo y tribunal supremo del pueblo del
pueblo,
las visiones que emergen de las cosas, sobrepujando las
cosas y su ímpetu,
la dinámica colosal de la naturaleza,
el sistema de las equivalencias y la contradicción
dialéctica, la energética
que acumulamos, subquimérica, o cantando o llorando
aquella problemática inmensa, y soy roto chileno que
empuña la pluma como un corvo”.

 

Santiago Faúndez

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Estilo de masas
Pablo de Rokha

“Extraños del antaño de abajo y terrosos de horror, ensangrentados, somos pueblo solo, pueblo rojo, pueblo todo forjado en espanto, pueblo a quien no entiende el pueblo, porque es su corazón, y el corazón no se entiende a sí mismo.”

Arenga sobre el Arte.

 

Estilo de masas fue publicado en 1965, poco después que a Pablo de Rokha se le concediese el Premio Nacional de Literatura, galardón que la filibusterocracia le había escamoteado durante más de veinte años. El poeta iba a cumplir 71 años, y ya hacía 43 que había publicado su primer libro, Los Gemidos. Autor agonal y no ancilar, incómodo para el canon oficial, por estilo y por política (dos palabras que se imbrican en su poesía), Pablo de Rokha finalmente había logrado vencer una marginación inverosímil. Su yerno, el poeta Mahfud Massís, en una entrevista dada por la ocasión, lo explica: “Este es un caso único en el mundo, probablemente, en que no hay en ninguna librería de Chile un solo libro de un autor que acaba de ganar un premio. Han levantado contra él una verdadera cortina de silencio, en la cual se unen todos los extremos.”
Estilo de masas era (y es) un libro necesario en tiempos de ausencia. Penúltima obra del poeta, los textos que la componen se entroncan en la épica social americana, estilo propio del poeta, teorizado y ejemplificado en su libro Arenga sobre el arte (1949). Discípulo de Heráclito y de Platón, Pablo de Rokha es dialéctico y dialógico, creando poemas vivos, pletóricos de personajes trazados con tintes violentos y tiernos, en fecunda conversación entre la historia personal del poeta y la Historia de Chile; recordando antaño, para ver mejor ogaño. En ellos, las imágenes poéticas se suceden sin dar respiro, avalancha que ordena el caos, ya que, para el poeta, el oficio de la literatura trabaja con las entrañas de la humanidad, “sacando con mano temeraria y corajuda, el orden de lo humano-cosmos desde el desorden de lo arcano-caos, el orden de lo humano-cosmos, que es lo bello eterno, homogéneo o lo bueno-sublime”.
Naturalmente, como se trata de Pablo de Rokha, no habla desde torre de marfil alguna, sino desde la materia chilena proletaria y campesina, enfrentando al mundo como poeta roto y huaso: “Usted quiere que yo le converse de mi mismo. Pero si yo mismo soy eso. Toda la familia, Chile, los huasos, los rotos, porque yo soy huaso y roto. Con orgullo de serlo. Los mineros, los pescadores, los arrieros, el inquilinaje hambreado y pateado, el proletariado y el campesinado nacional. Por eso mis libros, como mis hijos, salieron de adentro de Chile. Mis libros, como mis hijos, y yo”, dice en una entrevista tras el Premio Nacional.
El libro se compone de siete textos. Siguiendo la feraz veta de la Epopeya de las comidas y bebidas de Chile, o de la Rotología del poroto, este libro tiene dos excelentes poemas-pueblo, absolutamente dionisiacos-rabelaisianos, homenaje a las costumbres chilenas y a sus comidas y bebidas: Campeonato de rayuela y La tonada de la posada de don Lucho Contardo. En Los rotos chilenos, Oceanía de Valparaíso y San Juan de la Costa se denuncia la tremebunda construcción-destrucción de un país que creció devorando y olvidando a sus pobres, a sus héroes y a sus tradiciones. Por último, los poemas que abren y cierran el libro, Carta-perdida a Carlos de Rokha y Heroína de antaño, son emotivas conversaciones con los amados ausentes, hijo y esposa, ambos grandes poetas y ambos prematuramente muertos.
La vigencia de Pablo de Rokha en el siglo XXI no debe sorprender a nadie. No sólo por la tremenda calidad literaria, que mezcla en mágica proporción rabia, ironía, alegría y ternura; por la admiración a su vida-obra tan comprometida, por su gran amor a Chile y el conocimiento de su Historia, de sus habitantes y de sus costumbres, sino también porque su vital voz rebelde clama contra la barbarie de un ubicuo e infame capitalismo cuya opresión pesa sobre nosotros en casi todas las dimensiones de nuestra vida.
Siendo un poeta que escribe desde y para el pueblo, el pueblo debe poder leerlo. Por ello, la Fundación de Rokha y Editorial Quimantú aúnan esfuerzos en la edición popular de este libro, en estos turbulentos tiempos en los que la palabra rokhiana es más urgente y necesaria que nunca:

“Extraigo mi idioma universal (como quien cosecha
trigo o porotos)
del subsuelo social y el reflejo vital de mi patria, y hago
el lenguaje internacional
de todos los pueblos de todos los tiempos,
estrujo la costumbre a la manera de los limones, y escribo
como testigo
y juez, reo del pueblo y tribunal supremo del pueblo del
pueblo,
las visiones que emergen de las cosas, sobrepujando las
cosas y su ímpetu,
la dinámica colosal de la naturaleza,
el sistema de las equivalencias y la contradicción
dialéctica, la energética
que acumulamos, subquimérica, o cantando o llorando
aquella problemática inmensa, y soy roto chileno que
empuña la pluma como un corvo”.

 

Santiago Faúndez

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Pablo de Rokha

Carlos Díaz Loyola, más conocido como Pablo de Rokha, nació en Licantén, Chile, el 17 de octubre de 1894, y se suicidó en Santiago, el 10 de diciembre de 1968. Un joven rebelde, fue expulsado de varios centros educativos por leer y compartir con sus compañeros libros “blasfemos” escritos por autores como Rabelais, Nietzsche o Voltaire. Comenzó a colaborar con diarios como La Razón o La Mañana, y vivía de la compraventa de productos agrícolas. Posteriormente fundó la Revista Dínamo y fue candidato a diputado por el Partido Comunista.
En 1965 recibió el Premio Nacional de Literatura, pero al principio su poesía no fue bien recibida debido a su carácter rupturista con la tradición lírica chilena y su carácter difícil, que le procuró numerosas polémicas con autores consagrados como Vicente Huidobro o Pablo Neruda. Fue autor de cuarenta y seis volúmenes, compuestos por libros de poesía, ensayos, antologías y folletos. Aunque su obra recibió escasa revisión crítica, ha sido reconocida como una influencia fundamental en la escritura hispanoamericana posterior en general.

Y tú, ¿Qué dices?

José Álvarez (20 Abr 2020) —Grande entre los grandes. Cada verso suyo es la creación de un mundo.

Nicolás Gutiérrez (18 Jul 2021) —Es tiempo de recuperar su obra y volver a publicarla. Estamos perdiendo una obra de importancia en la literatura chilena.

cargarbus (27 May 2022) —Antes de mis once años estuve en las primeras filas de una de sus charlas (Arica). No recuerdo qué me condujo a asistir.
Nunca lo he olvidado junto a su compañera e hijo.
¿Qué hacía todo un poeta en ese desértico puerto tan abandonado que ni el Perú ambicionaba? ¿Qué me impulsó a escuchar a un poeta?

Loreto Silva (16 Jun 2022) —Dio que hablar con su ruptura, hay que releer y transmitir su obra