Dialéctica del colonialismo interno, es un texto del todo relevante para las reflexiones y debates actuales que se despliegan, desde abajo y a la izquierda, en numerosos territorios de América Latina y El Caribe. Su pertinencia y relevancia radica al menos en dos grandes dimensiones: en primer lugar, en sus contribuciones conceptuales y teórico-políticas, pues aborda con rigurosidad la compleja y debatida categoría de pueblo, el problema de la concentración del poder político, el necesaria concepto de soberanía y elabora un detallado análisis en torno al colonialismo interno; y en segundo lugar, en sus formulaciones analíticas, concretas y críticas, en torno al ciclo político inaugurado el año 2005 con el ascenso al gobierno del Movimiento al Socialismo y la llegada a la presidencia de la república de Evo Morales Ayma. A continuación, nos detendremos brevemente en señalar tres grandes contribuciones del libro del filósofo boliviano Luis Tapia.
I. El sujeto pueblo
Un primer elemento que parece relevante de destacar consiste en el abordaje realizado por Luis Tapia en torno al sujeto pueblo. Inicialmente, el pueblo es comprendido como un conjunto de sujetos que viven las experiencias de la explotación, de la exclusión y de la dominación. En este sentido, el pueblo se debe asociar con quienes viven el robo cotidiano de su trabajo y de diferentes dimensiones de sus vidas cotidianas. El pueblo es sólo un recorte específico de la sociedad civil, la cual contiene en su seno las contradicciones y antagonismos de clase, por tanto, se encuentra integrada también por representantes del empresariado y de los grupos que concentran el poder económico y político. Lo anterior no es menor, pues no puede homologarse el sujeto pueblo a la sociedad civil. A lo planteado con anterioridad, tendríamos que agregar que la reducción del pueblo a dimensiones socio-económicas y culturales, ha sido compartida incluso por perspectivas (neo)liberales, quienes han omitido de cuajo la dimensión política asociada a la categoría de pueblo.
Como podrán constatar quienes lean el libro, Luis Tapia enfatizó en una comprensión política del pueblo. Para el sociólogo boliviano, el pueblo es fundamentalmente una categoría política, que remite a un sujeto que se constituye mediante la acción. Así planteado, el pueblo puede constituirse en la medida en que se politiza, es decir en la medida en que: actúa y se moviliza colectivamente, se organiza, lucha, protesta, marcha, elabora planteamientos programáticos, etc.; entrelaza elementos discursivos, ideológicos, conocimientos y saberes que le permiten explicar las causas y condiciones sociales y políticas que explican su existencia; cultiva y desarrolla una memoria histórica que sabe de sus luchas contra la desigualdad y la pobreza, una memoria de la historia política del país, una memoria que logra reconocer a los responsables de las problemáticas que le aquejan; crea una pluralidad de espacios organizativos donde despliegan su vida política los colectivos, organizaciones movimientos, sindicatos, asambleas; va articulando un proyecto histórico que humaniza y dignifica su vida cotidiana; entre otras.
A lo anterior, debemos agregar que la definición del pueblo también se define relacionalmente, es decir, en contraposición a las oligarquías, elites, grupos de poder y clases dominantes. Así entonces, el pueblo se debería asociar al bloque político antagónico con respecto al bloque hegemónico. Luis Tapia lo planteó de la siguiente manera: “Hay pueblo cuando hay política y cuando hay sujetos que hacen política contra las formas de monopolio económico y político, contra las formas de discriminación cultural y racial”. El pueblo se va constituyendo en la medida en que se va separando y distanciando del grupo dominante, y en ese proceso va incrementando su autonomía. En términos sintéticos, podríamos señalar que la constitución del sujeto pueblo avanza a dos carriles, por un lado, autonomizándose de quienes ostentan las riquezas, el poder y los privilegios, y por otro, articulando y haciendo converger a los distintos sujetos que componen el bloque de los/as oprimidos/as y explotados/as.
Considerando todo lo anterior, no es para nada erróneo sostener que la constitución del pueblo genera y produce crisis política. En este sentido, la constitución del sujeto pueblo, posibilita la apertura de escenarios de lucha contra las condiciones de explotación y opresión que viven las mayorías en América Latina y El Caribe, y en este sentido, permite generar condiciones para abrir la historia hacia esperanzas y utopías sociales, posibilitando la ruptura del orden establecido y la construcción de algo nuevo.
Particularmente, el libro que prologamos, analiza cuatro momentos históricos de constitución de pueblo en Bolivia: la constitución nacionalista del pueblo asociada a la primera mitad del siglo XX y la revolución de 1952; la re-constitución obrerista del pueblo asociada a la centralidad política del proletariado, del sindicalismo minero (Central Obrera Boliviana, COB) y del sindicalismo campesino (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, CSUTCB); la constitución de lo nacional-popular en el marco de las resistencias a la dictadura cívico-militar, y la configuración popular en el marco de las políticas neoliberales inauguradas desde el año 1985. Considerando todos estos antecedentes, el texto se detiene en analizar la tensa y compleja relación del pueblo boliviano con el gobierno del MAS, deteniéndose en lo que Tapia denomina procesos de desalojo y sustitución del pueblo, los cuales se asocian a prácticas que lo despolitizan, lo desarticulan, lo reprimen, lo debilitan por la construcción de redes clientelares, por los procesos de burocratización y por el establecimiento de vínculos con la antigua oligarquía boliviana.
Finalmente, es importante señalar que, de acuerdo con los argumentos de Tapia, el neoliberalismo parece ser incompatible con la configuración política del pueblo, puesto que por más que reconozca formalmente su existencia como fuente de la soberanía, en realidad lo reduce a la sumatoria de electores individuales; de hecho, todas las lógicas neoliberales que entronizan el individualismo, la competencia, el emprendimiento y las privatizaciones, son completamente contrarias a lo popular. Ahora bien, el texto, avanza en explicar al menos tres tácticas desplegadas por el neoliberalismo contra el sujeto pueblo: en primer lugar, han trabajado sistemáticamente por dispersar y desarticular la vida política de los sectores sociales y políticos contrarios a su proyecto, esmerándose particularmente por desorganizar las formas de unificación, articulación y convergencia popular; en segundo lugar, han promovido prácticas de transformismo en las cuales se incorpora a intelectuales y dirigentes sociales y políticos para administrar programas de gobierno (de cuño neoliberal por supuesto), neutralizando de esta manera su capacidad de injerencia y transformación; y en tercer lugar, se han articulado redes clientelares que se basan en el apoyo material a cambio del respaldo político-electoral, dichas redes también han neutralizado y desmovilizado a actores sociales que conforman el bloque social de los/as oprimidos/as y explotados/as.
II. El colonialismo interno
Un segundo elemento completamente relevante es el abordaje que realiza Luis Tapia en torno al problema del colonialismo interno. Dicho abordaje, lo realiza retomando y continuando los planteamientos elaborados desde la década del setenta por el katarismo y por el Taller de Historia Oral Andina (THOA), quienes, planteado de manera muy general, enfatizaron en que el colonialismo interno refiere a formas de dominación y explotación entre sociedades (ojo, no entre individuos), las cuales articulan formas de opresión propias del colonialismo y del capitalismo. A partir de lo anterior, para el katarismo, asumir las luchas contra el colonialismo interno, implicaba un proceso de descolonización subjetiva, no individual, sino que colectiva, lo que se podía lograr en la medida en que se avanzara en la reconstrucción de la memoria histórica de las comunidades indígenas, reconstruyendo sus concepciones de mundo, sus valores, sus principios organizativos, sus memorias de lucha, sus experiencias de autonomía política e intelectual.
A continuación, nos interesa remarcar tres componentes señalados por Luis Tapia que nos parecen centrales al momento de referirnos al problema del colonialismo interno:
En primer lugar, el colonialismo interno se debe asociar directamente a la instauración de jerarquías entre sociedades, lo que con regularidad va de la mano con la negación de la condición humana o de la dignidad humana de pueblos, naciones y comunidades que han sido conquistadas y colonizadas. La jerarquización entre sociedades se articula en torno a una relación de superioridad/inferioridad que en numerosas ocasiones se asocia a criterios racistas, es decir, en función del supuesto color de piel, se justifican y naturalizan relaciones de desigualdad, servidumbre, discriminación y subalternidad. De acuerdo con lo planteado, es del todo coherente sostener que el racismo es una suerte de ideología que opera como base y fundamento del colonialismo interno.
A su vez, el colonialismo interno debe asociarse a un conjunto de políticas dirigidas contra las sociedades conquistadas y/o subalternas con el objeto de desorganizarlas y destruirlas parcial o completamente. Lo anterior, refiere concretamente a la destrucción de sus formas de autogobierno y al acople de ciertas estructuras de autoridad comunitaria a la estructura de la sociedad colonial, para lo cual se emplean las formas de gobierno de las sociedades colonizadas como mediaciones para el funcionamiento de la sociedad colonial. En otros términos, se puede sostener que la sociedad dominante, intenta destruir o delimitar la autonomía política de las sociedades dominadas, cooptando sus formas y estructuras de autoridad y de gobierno, subsumiéndolas en su beneficio, es decir, poniéndolas al servicio de su propias formas y estructuras de organización política. De acuerdo con lo anterior, el estado y el gobierno adquieren un carácter exógeno y externo con respecto a las naciones, pueblos y comunidades dominadas.
Y finalmente, el colonialismo interno, en términos de política económica se debe asociar directamente a tres características: primero, a la profundización de las relaciones de producción capitalistas, entendidas en clave civilizatoria y de modernización, y en desmedro de las relaciones de producción comunitarias. En general se asocia a políticas de industrialización y privatización que son impuestas a las comunidades y territorios indígenas, afrodescendientes y de raigambre popular; segundo, a la promoción de un patrón extractivista de producción, basado en la explotación minera, de hidrocarburos, forestales y otros bienes comunes; y tercero, al despojo, la usurpación y la expropiación de tierras comunales a pueblos, naciones y comunidades indígenas.
III. Crítica al MAS y el problema de la concentración del poder político
Un tercer elemento que pone a disposición el texto es una crítica por izquierda al ciclo político encabezado por el gobierno de Evo Morales. Al respecto, y afirmándose en los planteamientos de Thomas Hobbes, Luis Tapia refiere al “Leviatán criollo” para explicar el problema de la concentración de poder político a nivel local, particularmente a partir de la experiencia histórica asociada al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Tapia acusa el carácter autoritario del gobierno por concentrar atribuciones políticas en el ejecutivo queriendo controlar diferentes funciones de los poderes legislativo y judicial; acusa la promoción de prácticas políticas que generaron fragmentación de organizaciones populares y sindicales; denuncia al MAS por delimitar la autonomía y capacidad de deliberación política de numerosas organizaciones sociales, intentando hacerlas funcionar como cadena de transmisión del gobierno; denuncia el problema del personalismo y la construcción de nuevas formas de cacicazgo en torno a la figura del presidente; denuncia intentos por permanecer en el poder por la vía de la reelección continua; en fin, se despliegan un conjunto de acusaciones al gobierno del MAS por atacar la vida democrática, popular y autónoma de la abigarrada sociedad boliviana.
Adicionalmente, y referenciando a conflictos como el del TIPNIS, Tapia acusa al gobierno del MAS de replicar el patrón productivo extractivista y de ser incapaz de responder a la estrategia del IRSA que apunta a construir infraestructura para favorecer los procesos de acumulación del capital, favoreciendo la circulación de mercancías y la explotación de recursos en América Latina. Aquí, la paradoja del MAS consistió en impulsar un discurso de desarrollo que se sostenía bajo los principios de un paradigma civilizatorio alternativo (Buen Vivir, Sumak Kawsay, etc.), pero en la práctica, su política económica se sustentó en la intensificación de un modelo basado en las lógicas extractivistas.
Desde nuestra perspectiva, las críticas desplegadas por el autor al ciclo político dirigido por el MAS y el gobierno de Evo Morales, son críticas por izquierda, que deben leerse en clave política emancipatoria, por tanto completamente antagónicas a las fuerzas derechistas, conservadoras, racistas, colonialistas y fundamentalistas religiosas que, respaldadas por el imperialismo norteamericano y la Organización de Estados Americanos, OEA, consumaron el Golpe de Estado del 10 de Noviembre del año en curso. Son planteamientos que alimentan la autocrítica de quienes desde abajo y a la izquierda, no claudicarán en las luchas por construir sociedades signadas por la justicia, la liberación, la autodeterminación, la dignidad.
Los nudos de reflexión teórica y política desplegados a lo largo del libro: el abordaje en torno a la constitución del sujeto pueblo, el problema de la concentración del poder político, el denso debate en torno a la soberanía, el abordaje teórico e histórico en torno al problema del colonialismo interno; son desde nuestra perspectiva, insumos y herramientas conceptuales, analíticas y explicativas, que sirven para alimentar la digna rabia y la alegre rebeldía encendida durante el mes de Octubre a lo largo y ancho del país.
Con la publicación de Dialéctica del colonialismo interno, una vez más Quimantú, Sol del Saber, aporta con fuego y calor a la construcción de otro Chile.
Prólogo de
J. Fabian Cabaluz D.
Santiago de Chile, noviembre del 2019
Dialéctica del colonialismo interno, es un texto del todo relevante para las reflexiones y debates actuales que se despliegan, desde abajo y a la izquierda, en numerosos territorios de América Latina y El Caribe. Su pertinencia y relevancia radica al menos en dos grandes dimensiones: en primer lugar, en sus contribuciones conceptuales y teórico-políticas, pues aborda con rigurosidad la compleja y debatida categoría de pueblo, el problema de la concentración del poder político, el necesaria concepto de soberanía y elabora un detallado análisis en torno al colonialismo interno; y en segundo lugar, en sus formulaciones analíticas, concretas y críticas, en torno al ciclo político inaugurado el año 2005 con el ascenso al gobierno del Movimiento al Socialismo y la llegada a la presidencia de la república de Evo Morales Ayma. A continuación, nos detendremos brevemente en señalar tres grandes contribuciones del libro del filósofo boliviano Luis Tapia.
I. El sujeto pueblo
Un primer elemento que parece relevante de destacar consiste en el abordaje realizado por Luis Tapia en torno al sujeto pueblo. Inicialmente, el pueblo es comprendido como un conjunto de sujetos que viven las experiencias de la explotación, de la exclusión y de la dominación. En este sentido, el pueblo se debe asociar con quienes viven el robo cotidiano de su trabajo y de diferentes dimensiones de sus vidas cotidianas. El pueblo es sólo un recorte específico de la sociedad civil, la cual contiene en su seno las contradicciones y antagonismos de clase, por tanto, se encuentra integrada también por representantes del empresariado y de los grupos que concentran el poder económico y político. Lo anterior no es menor, pues no puede homologarse el sujeto pueblo a la sociedad civil. A lo planteado con anterioridad, tendríamos que agregar que la reducción del pueblo a dimensiones socio-económicas y culturales, ha sido compartida incluso por perspectivas (neo)liberales, quienes han omitido de cuajo la dimensión política asociada a la categoría de pueblo.
Como podrán constatar quienes lean el libro, Luis Tapia enfatizó en una comprensión política del pueblo. Para el sociólogo boliviano, el pueblo es fundamentalmente una categoría política, que remite a un sujeto que se constituye mediante la acción. Así planteado, el pueblo puede constituirse en la medida en que se politiza, es decir en la medida en que: actúa y se moviliza colectivamente, se organiza, lucha, protesta, marcha, elabora planteamientos programáticos, etc.; entrelaza elementos discursivos, ideológicos, conocimientos y saberes que le permiten explicar las causas y condiciones sociales y políticas que explican su existencia; cultiva y desarrolla una memoria histórica que sabe de sus luchas contra la desigualdad y la pobreza, una memoria de la historia política del país, una memoria que logra reconocer a los responsables de las problemáticas que le aquejan; crea una pluralidad de espacios organizativos donde despliegan su vida política los colectivos, organizaciones movimientos, sindicatos, asambleas; va articulando un proyecto histórico que humaniza y dignifica su vida cotidiana; entre otras.
A lo anterior, debemos agregar que la definición del pueblo también se define relacionalmente, es decir, en contraposición a las oligarquías, elites, grupos de poder y clases dominantes. Así entonces, el pueblo se debería asociar al bloque político antagónico con respecto al bloque hegemónico. Luis Tapia lo planteó de la siguiente manera: “Hay pueblo cuando hay política y cuando hay sujetos que hacen política contra las formas de monopolio económico y político, contra las formas de discriminación cultural y racial”. El pueblo se va constituyendo en la medida en que se va separando y distanciando del grupo dominante, y en ese proceso va incrementando su autonomía. En términos sintéticos, podríamos señalar que la constitución del sujeto pueblo avanza a dos carriles, por un lado, autonomizándose de quienes ostentan las riquezas, el poder y los privilegios, y por otro, articulando y haciendo converger a los distintos sujetos que componen el bloque de los/as oprimidos/as y explotados/as.
Considerando todo lo anterior, no es para nada erróneo sostener que la constitución del pueblo genera y produce crisis política. En este sentido, la constitución del sujeto pueblo, posibilita la apertura de escenarios de lucha contra las condiciones de explotación y opresión que viven las mayorías en América Latina y El Caribe, y en este sentido, permite generar condiciones para abrir la historia hacia esperanzas y utopías sociales, posibilitando la ruptura del orden establecido y la construcción de algo nuevo.
Particularmente, el libro que prologamos, analiza cuatro momentos históricos de constitución de pueblo en Bolivia: la constitución nacionalista del pueblo asociada a la primera mitad del siglo XX y la revolución de 1952; la re-constitución obrerista del pueblo asociada a la centralidad política del proletariado, del sindicalismo minero (Central Obrera Boliviana, COB) y del sindicalismo campesino (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, CSUTCB); la constitución de lo nacional-popular en el marco de las resistencias a la dictadura cívico-militar, y la configuración popular en el marco de las políticas neoliberales inauguradas desde el año 1985. Considerando todos estos antecedentes, el texto se detiene en analizar la tensa y compleja relación del pueblo boliviano con el gobierno del MAS, deteniéndose en lo que Tapia denomina procesos de desalojo y sustitución del pueblo, los cuales se asocian a prácticas que lo despolitizan, lo desarticulan, lo reprimen, lo debilitan por la construcción de redes clientelares, por los procesos de burocratización y por el establecimiento de vínculos con la antigua oligarquía boliviana.
Finalmente, es importante señalar que, de acuerdo con los argumentos de Tapia, el neoliberalismo parece ser incompatible con la configuración política del pueblo, puesto que por más que reconozca formalmente su existencia como fuente de la soberanía, en realidad lo reduce a la sumatoria de electores individuales; de hecho, todas las lógicas neoliberales que entronizan el individualismo, la competencia, el emprendimiento y las privatizaciones, son completamente contrarias a lo popular. Ahora bien, el texto, avanza en explicar al menos tres tácticas desplegadas por el neoliberalismo contra el sujeto pueblo: en primer lugar, han trabajado sistemáticamente por dispersar y desarticular la vida política de los sectores sociales y políticos contrarios a su proyecto, esmerándose particularmente por desorganizar las formas de unificación, articulación y convergencia popular; en segundo lugar, han promovido prácticas de transformismo en las cuales se incorpora a intelectuales y dirigentes sociales y políticos para administrar programas de gobierno (de cuño neoliberal por supuesto), neutralizando de esta manera su capacidad de injerencia y transformación; y en tercer lugar, se han articulado redes clientelares que se basan en el apoyo material a cambio del respaldo político-electoral, dichas redes también han neutralizado y desmovilizado a actores sociales que conforman el bloque social de los/as oprimidos/as y explotados/as.
II. El colonialismo interno
Un segundo elemento completamente relevante es el abordaje que realiza Luis Tapia en torno al problema del colonialismo interno. Dicho abordaje, lo realiza retomando y continuando los planteamientos elaborados desde la década del setenta por el katarismo y por el Taller de Historia Oral Andina (THOA), quienes, planteado de manera muy general, enfatizaron en que el colonialismo interno refiere a formas de dominación y explotación entre sociedades (ojo, no entre individuos), las cuales articulan formas de opresión propias del colonialismo y del capitalismo. A partir de lo anterior, para el katarismo, asumir las luchas contra el colonialismo interno, implicaba un proceso de descolonización subjetiva, no individual, sino que colectiva, lo que se podía lograr en la medida en que se avanzara en la reconstrucción de la memoria histórica de las comunidades indígenas, reconstruyendo sus concepciones de mundo, sus valores, sus principios organizativos, sus memorias de lucha, sus experiencias de autonomía política e intelectual.
A continuación, nos interesa remarcar tres componentes señalados por Luis Tapia que nos parecen centrales al momento de referirnos al problema del colonialismo interno:
En primer lugar, el colonialismo interno se debe asociar directamente a la instauración de jerarquías entre sociedades, lo que con regularidad va de la mano con la negación de la condición humana o de la dignidad humana de pueblos, naciones y comunidades que han sido conquistadas y colonizadas. La jerarquización entre sociedades se articula en torno a una relación de superioridad/inferioridad que en numerosas ocasiones se asocia a criterios racistas, es decir, en función del supuesto color de piel, se justifican y naturalizan relaciones de desigualdad, servidumbre, discriminación y subalternidad. De acuerdo con lo planteado, es del todo coherente sostener que el racismo es una suerte de ideología que opera como base y fundamento del colonialismo interno.
A su vez, el colonialismo interno debe asociarse a un conjunto de políticas dirigidas contra las sociedades conquistadas y/o subalternas con el objeto de desorganizarlas y destruirlas parcial o completamente. Lo anterior, refiere concretamente a la destrucción de sus formas de autogobierno y al acople de ciertas estructuras de autoridad comunitaria a la estructura de la sociedad colonial, para lo cual se emplean las formas de gobierno de las sociedades colonizadas como mediaciones para el funcionamiento de la sociedad colonial. En otros términos, se puede sostener que la sociedad dominante, intenta destruir o delimitar la autonomía política de las sociedades dominadas, cooptando sus formas y estructuras de autoridad y de gobierno, subsumiéndolas en su beneficio, es decir, poniéndolas al servicio de su propias formas y estructuras de organización política. De acuerdo con lo anterior, el estado y el gobierno adquieren un carácter exógeno y externo con respecto a las naciones, pueblos y comunidades dominadas.
Y finalmente, el colonialismo interno, en términos de política económica se debe asociar directamente a tres características: primero, a la profundización de las relaciones de producción capitalistas, entendidas en clave civilizatoria y de modernización, y en desmedro de las relaciones de producción comunitarias. En general se asocia a políticas de industrialización y privatización que son impuestas a las comunidades y territorios indígenas, afrodescendientes y de raigambre popular; segundo, a la promoción de un patrón extractivista de producción, basado en la explotación minera, de hidrocarburos, forestales y otros bienes comunes; y tercero, al despojo, la usurpación y la expropiación de tierras comunales a pueblos, naciones y comunidades indígenas.
III. Crítica al MAS y el problema de la concentración del poder político
Un tercer elemento que pone a disposición el texto es una crítica por izquierda al ciclo político encabezado por el gobierno de Evo Morales. Al respecto, y afirmándose en los planteamientos de Thomas Hobbes, Luis Tapia refiere al “Leviatán criollo” para explicar el problema de la concentración de poder político a nivel local, particularmente a partir de la experiencia histórica asociada al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Tapia acusa el carácter autoritario del gobierno por concentrar atribuciones políticas en el ejecutivo queriendo controlar diferentes funciones de los poderes legislativo y judicial; acusa la promoción de prácticas políticas que generaron fragmentación de organizaciones populares y sindicales; denuncia al MAS por delimitar la autonomía y capacidad de deliberación política de numerosas organizaciones sociales, intentando hacerlas funcionar como cadena de transmisión del gobierno; denuncia el problema del personalismo y la construcción de nuevas formas de cacicazgo en torno a la figura del presidente; denuncia intentos por permanecer en el poder por la vía de la reelección continua; en fin, se despliegan un conjunto de acusaciones al gobierno del MAS por atacar la vida democrática, popular y autónoma de la abigarrada sociedad boliviana.
Adicionalmente, y referenciando a conflictos como el del TIPNIS, Tapia acusa al gobierno del MAS de replicar el patrón productivo extractivista y de ser incapaz de responder a la estrategia del IRSA que apunta a construir infraestructura para favorecer los procesos de acumulación del capital, favoreciendo la circulación de mercancías y la explotación de recursos en América Latina. Aquí, la paradoja del MAS consistió en impulsar un discurso de desarrollo que se sostenía bajo los principios de un paradigma civilizatorio alternativo (Buen Vivir, Sumak Kawsay, etc.), pero en la práctica, su política económica se sustentó en la intensificación de un modelo basado en las lógicas extractivistas.
Desde nuestra perspectiva, las críticas desplegadas por el autor al ciclo político dirigido por el MAS y el gobierno de Evo Morales, son críticas por izquierda, que deben leerse en clave política emancipatoria, por tanto completamente antagónicas a las fuerzas derechistas, conservadoras, racistas, colonialistas y fundamentalistas religiosas que, respaldadas por el imperialismo norteamericano y la Organización de Estados Americanos, OEA, consumaron el Golpe de Estado del 10 de Noviembre del año en curso. Son planteamientos que alimentan la autocrítica de quienes desde abajo y a la izquierda, no claudicarán en las luchas por construir sociedades signadas por la justicia, la liberación, la autodeterminación, la dignidad.
Los nudos de reflexión teórica y política desplegados a lo largo del libro: el abordaje en torno a la constitución del sujeto pueblo, el problema de la concentración del poder político, el denso debate en torno a la soberanía, el abordaje teórico e histórico en torno al problema del colonialismo interno; son desde nuestra perspectiva, insumos y herramientas conceptuales, analíticas y explicativas, que sirven para alimentar la digna rabia y la alegre rebeldía encendida durante el mes de Octubre a lo largo y ancho del país.
Con la publicación de Dialéctica del colonialismo interno, una vez más Quimantú, Sol del Saber, aporta con fuego y calor a la construcción de otro Chile.
Prólogo de
J. Fabian Cabaluz D.
Santiago de Chile, noviembre del 2019
Luis Tapia
Filósofo, doctor en Ciencia Política, docente e investigador boliviano de la UMSA. Director del programa de Doctorado Multidisciplinario en Ciencias del Desarrollo-CIDES de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Formó parte del grupo comuna, junto a investigadores e intelectuales de las áreas de la sociología y la ciencia política, con quienes ha desarrollado diversos trabajos en torno a los procesos sociopolíticos en Bolivia.
Algunas publicaciones:
· Marxismo transcrítico. La Paz: Autodeterminación, 2017.
· El momento constitutivo del estado moderno en Bolivia. La Paz: CIDES, 2015.
· Epistemología experimental. La Paz: CIDES, 2014.
· Universidad y pluriverso. La Paz: CIDES, 2014.
· De la forma primordial a América Latina como horizonte epistemológico. La Paz: CIDES/Autodeterminación, 2013.
· La coyuntura de la autonomía relativa del estado. La Paz: Comuna/CLACSO/CIDES, 2009.