Es una cuestión de identidad, no de cantidad: Mientras más seamos, más seremos

Demora sacar una mirada colectiva cuando se ven tantas imágenes y por tantas ventanas distintas. La tentación a creer que lo que veo por mi ventana, o por mi pantalla, es la realidad, es alta, es un pésimo hábito, que creemos que el viernes 18 se trizó… nadie sabe en qué vamos a parar, para dónde vamos, pero todos y todas sabemos que un modo de hacer país, murió.

Y esto que puede ser muy angustiante, puede ser también, si nos damos permiso, una tremenda posibilidad. Es como si la vida dijera: Ahora toca que dibujemos nuestro propio destino. No ya que miremos en las ofertas de destinos posibles y elijamos el que nos quede menos mal, sino de tomar medidas y hacer trajes acorde a cada barrio, a cada territorio, a cada saber, capacidad y recursos que tengamos a mano.

El Miedo, virus poderosísimo que anda suelto por todos lados, solo enferma cuando las defensas están bajas, y ante el miedo, la mejor defensa es el conocimiento. Nuestra especie solo teme a lo desconocido… por eso en el día escucho un gato en el tejado, y me da lo mismo, pero si oigo el ruido en la noche y ya no lo puedo identificar, me asusto. Entonces, para asustarnos menos y movilizarnos más, necesitamos abrir espacios de encuentro, llevar el mate al cacerolazo, hacer un grupo de watsap, si tenemos miedo al desabastecimiento hacer un comprando juntos, contactar a los amigos que viven en el campo y asegurarles salida a su producción… es decir cuando nos conocemos y nos compartimos la vida, el miedo se disipa, pierde alcance.

Una vez conectados, nuevamente la tentación de más de alguno o alguna va a ser decirle al otro cómo pensar, y entonces comenzarán a aflorar todos los prejuicios y caricaturas, el viejo facho, la anarquista, el aprovechado, la pesimista, y así, lo que nos hará correr el riesgo de nuevamente fragmentarnos y desconocernos, y otra vez ser presas fácil del miedo, ahora con el aditamento de la impotencia y la soledad.

De ser así, siempre en la línea de hacernos responsables de nuestra vida y de nuestro destino, la experiencia nos ha enseñado que es mejor juntarse a hacer, no a discutir. Si el condominio tiene patio interior, crear una huerta con hierbas medicinales y con hortalizas, con turnos, con responsabilidades individuales en el marco de un hacer común. Es absolutamente imprescindible para vivenciar otros modos, demostrarnos que no necesitamos pensar todos igual para hacer en conjunto, y la única forma de aprender eso, es haciendo en conjunto.

Otra cosa que puede ayudar es ponernos en común, compartirnos, gozar de la alegría de sentirnos útiles y necesitados por los y las otras. Quien cocina, que haga un taller de cocina, quien sepa electricidad que haga un taller para arreglar electrodomésticos presos de la obsolescencia programada… trabajar y ser con lo que tenemos, nos parece clave para poder avanzar en el destino que poco a poco nos vayamos dibujando y no en el que nos quieren imponer.

Es decir, ahora que los “señores de la muerte” como muy bellamente dijo una campesina, se pasean por los caminos que por siglos han pavimentado, tenemos la posibilidad de desandar el paradigma de la necesidad que nos impusieron para perpetuar la dependencia, y andar el de la generosidad, pasar de la competencia, a la colaboración, del miedo, al cariño, y así.

Entender que esto es progresivo, paso a paso, andar a la velocidad de quien más lento camina, cuidar que sea con todos los que quieran caminar en conjunto, es parte del paradigma que estamos invitados a alumbrar.

A estas alturas del texto legítimo es que alguien se pregunte qué hacemos con Piñera… y la respuesta es que hemos elegido tener en la mano un control remoto, podemos hacer zapping, pero no cambiar de fondo la programación. Hay que retomar el control de nuestras vidas, aprender a hacerlo y luego ver si, en el marco de ese mismo proceso, se conecta o no el territorio con el gobierno local que haya… pero ahora que el país se parte a pedazos, creemos central dejar de gritar “el pueblo dónde está, el pueblo está en la calle pidiendo dignidad” y atrevernos a construir la dignidad, el poder que somos, siempre más digno y poderoso cuando es en colectivo. Luego el colectivo diverso y vitalizado irá viendo cómo andar… y aprenderemos y nos integraremos en el aprendizaje unos y otras… esa es la apuesta.

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