Cenizas del porvenir
Lecturas y textos sobre la Comuna de París desde Latinoamérica
Editorial Quimantú (Comp.)
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El año 2021 se cumplieron 150 años del primer acontecimiento político revolucionario popular con conciencia de clases y organización política de la historia del capitalismo. Su trascendencia y el debate acerca de sus alcances sigue siendo un tema sumamente conflictivo un siglo y medio después. Mientras en Latinoamérica el evento tuvo algunas repercusiones en seminarios académico-políticos, en Europa fue un tema central para las diversas izquierdas. Revistas como Viento Sur construyeron un relato del día a día desde el 18 de marzo hasta el 29 de mayo (en base al libro de Patrick Le Moal), fechas consideradas el inicio y el fin de la Comuna. En una confluencia de naciones y editoriales se hizo una edición especial que incluía el texto de Marx La guerra civil en Francia, más algunos otros documentos literarios, políticos y artísticos, como el Manifiesto de la Federación de Artistas. Sin embargo, más allá del distinto nivel de atención que concitó y los motivos, la Comuna como lugar de encuentro para el debate político en un presente muy distinto al de su época de desarrollo (pero, que es heredero de las luchas, debates, aprendizajes, construcción de solidaridad internacional, en contraposición al capital y sus guerras de conquistas constantes), sigue siendo un sitio desde el que pensar nuestra actualidad.
Este libro es una edición especial de Editorial Quimantú, con la reunión de dos tipos de textos.
En primer lugar, nace de la convocatoria que hicimos a reflexionar desde Latinoamérica este acontecimiento histórico. Los distintos textos que nos fueron llegando marcaron ciertos énfasis que consideramos relevantes. Por una parte, el rol central de las mujeres en la Comuna de París, algo que fue profusamente relevado en las celebraciones que se hicieron en la ciudad del acontecimiento. También, aparecen textos que dialogan con Marx y su interés por las formas comunitarias precapitalistas. Otro de los énfasis de los autores y autoras tiene que ver con la actualidad de la pregunta por el poder. La caída del bloque socialista significó un abandono respecto a la capacidad de disputar la forma de organización política, como lo recuerda Néstor Kohan. Las izquierdas a nivel global, salvo contadas excepciones, han asumido su integración a la forma de organización liberal propia del Estado Nación. Atrás quedaron las críticas al parlamentarismo, el tradeunionismo, al desarrollo de una élite obrera para quebrar el mundo del trabajo, a la colusión constante entre el poder económico y el político; todos temas que los fundadores del comunismo, el anarquismo y el socialismo revolucionario, denunciaron como inherente a la democracia dirigida por la clase burguesa. En la actualidad, parece compatible reivindicar el comunismo anarquista o libertario y al mismo tiempo ser parte de una coalición política que es gobierno. Por lo mismo, en este libro es central el cuestionamiento a la forma de organización burocrática del poder, no sólo en el diálogo con los textos clásicos, sino también en una reflexión situada desde nuestros propios reales concretos, las rebeliones de los pueblos que habitan al sur del río Bravo, desde el neozapatismo mexicano hasta el levantamiento popular argentino de 2001 y el chileno de 2019. Una compleja trama de procesos de resistencia y construcción de poder popular en oposición al capital. Por ello, también en esta recopilación aparecen textos que reflexionan sobre el 18 de octubre y su vinculación con la Comuna.
Efectivamente, la Comuna como acontecimiento histórico, pero también en tanto condición espacial situada, cruza debates que tienen plena vigencia hoy. El primero, como ya lo señalábamos, tiene que ver con la imposibilidad de disputa existente en la actualidad acerca del problema del poder. El poder constituido ha logrado desarmar teóricamente cualquier tipo de resistencia, instalando la comodidad (cuando no la acomodación) en la integración del aparato burocrático. Como lo señala Carlos Aguirre Rojas en el texto que inicia este libro, la Comuna le permite a Marx reflexionar sobre el problema del Estado y su superación. En la redacción del Manifiesto aún podía creer que la forma estatal sustentada en el individuo o sujeto propietario debía seguir existiendo, pero invirtiendo el rol de dominación de clase, pues sería ejercido por el proletariado. La dictadura burguesa encubierta en parlamentarismo podía ser un instrumento, es decir neutral, como un arma o un objeto; sin embargo, la Comuna de París lo llevó a descartar esta idea, pues la revolución social tiene necesariamente que superar la división de poderes (propia del liberalismo) que nace como contrapeso a la inherente acumulación de riqueza del capitalismo. La división burocrática de las ramas del poder obedece más a la estabilidad económica que, a la garantía propia de la democracia griega antigua, donde el poder se ejercía directamente.
Por ello, Marx aprende en la Comuna que la sociedad y el poder político no pueden ser cosas distintas ni siquiera en una etapa de transición, pues cuando este último se independiza, ya sea en su forma burocrática socialista (la Unión Soviética desde que Stalin asume el poder) o neoliberal actual (con su compleja trama de ONGs, centros de estudio privados, think tanks, organismos de cooperación internacional, etc.), siempre termina convirtiéndose en instrumento de dominación de la sociedad. Ya sea en forma amable (del camarada o compañero) o humanitaria o con compromiso social, eso no quita que este instrumento creado por la sociedad (el Estado) opera siempre comprimiéndola, amoldándola y obligando a que su desarrollo vivo, su fuerza creadora, esté al servicio de él. Al Estado no le interesa la sociedad, sino su propia subsistencia y como ella depende del objetivo para el que nació (y que lo hace existir), que es conservar la estructura de propiedad y la división del trabajo, se ve obligado a bascular desde la violencia extrema hasta la cooptación de modo constante para mantener su hegemonía en pos de esta propiedad. Pero, la Comuna fue directo a la yugular de este Estado eliminando a los políticos profesionales que ganan millones por representar al “pueblo”, a la sociedad. Les igualó su sueldo al de un trabajador promedio y los obligó a dar cuenta constante de sus acciones, siendo revocables cuando éstas se alejan o discrepan de las decisiones del colectivo, establecidas asambleariamente.
Pero, no sólo eso, atacó en lo más profundo el carácter nacional del sistema político emergido en la modernidad, dando cuenta del fundamento profundamente burgués del nacionalismo. Este descubrimiento fue tan relevante que el libro De la guerra de Carl von Clausewitz es todo un desarrollo respecto a la nueva forma de hacer la guerra que emergió de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, donde la fuerza moral aparece como el fermento que lleva a la victoria. De aquí en más, señala el autor prusiano, las guerras adquirirán un fuerte componente moral, es decir una alta motivación que no depende del castigo físico, de la imposición o de otro mecanismo de sumisión, sino que se sustenta en las creencias del combatiente. El siglo XX nos mostrará los límites a que puede llegar este descubrimiento, en dos guerras mundiales. Por ello resulta tan relevante el carácter internacionalista y federativo bajo el que se define la Comuna. No sólo ocuparon altos cargos ciudadanos extranjeros, sino que la propia Comuna se pensó a sí misma como parte de una asociación federativa libre basada en la cooperación y el autogobierno de los trabajadores (tanto proletarios como campesinos). Por supuesto, éste fue uno de los primeros fracasos de la Comuna: ninguna de las experiencias inspiradas en París pudo pasar de etapas muy germinales de organización y para fines de abril ya habían sido reprimidas brutalmente, anticipando lo que sucedería en la semana sangrienta. Pero, su expresión como proyecto sigue inspirando las luchas revolucionarias hasta la actualidad. Como lo señalan múltiples textos de la propia Comuna (y en torno a ella) hay clara conciencia de la importancia de la fuerza moral y de por qué ésta sólo irá acumulándose en el tiempo en el campo popular. Uno de los textos que no incluimos en esta edición, pero que es considerado muy relevante aparece en el primer borrador de La guerra civil en Francia y señala los alcances que tenía para Marx lo que estaba sucediendo en París, se llama La revolución comunal como representante de todas las clases de la sociedad que no viven del trabajo ajeno. Hay que recordar que en los textos de la década del ‘40 y ‘50 consideraba poco relevante al campesinado para el desarrollo de la revolución social.
Otro de los rasgos que la Comuna de París eliminó de raíz fue la policía como instrumento represivo estatal. Pero, el logro no estuvo sólo en despedir a la antigua policía profesional, sino en que, coincidentemente con esto, París vivió el periodo de mayor tranquilidad en términos de delincuencia y crímenes. Como lo señala Marx, los bajos fondos parisinos y los servicios y actividades ligados a ellos se fueron a Versalles junto con el gobierno y los grandes capitalistas y terratenientes.
Pero, aunque el problema del poder sigue siendo el más espinoso y complejo de plantear (especialmente en las nuevas izquierdas culturalistas, que han abandonado o minimizado el componente de clase convirtiéndolo en un elemento más de las luchas político-sociales), la impronta feminista de la Comuna también resulta difícil de abordar. Por una parte, la Comuna no le entregó el derecho a voto a las mujeres, sin embargo, no cabe duda del empoderamiento político que ellas tuvieron en su desarrollo, ocupando toda la cadena de la organización y defensa. Por ello, resulta muy interesante revisar los textos de Louis Michel quien es muy crítica de las luchas de las mujeres que no estén vinculadas de forma directa con el carácter clasista de ellas.
Otro problema político que la Comuna hará evidente y que en países como los latinoamericanos resulta un problema hasta hoy, es la necesidad de separar a la religión de la política, excluyendo de la educación a la Iglesia, por ejemplo.
La segunda parte de este libro se inicia con una selección de textos de Louis Michel. Luego se publican los dos manifiestos de la Internacional, escritos por Marx y las 2 cartas a Kugelmann, pues aportan otros elementos a la reflexión que el autor alemán le dedicó a la Comuna y que significaron un proceso de autocrítica del propio Marx respecto a la forma de superación del capitalismo en La guerra civil en Francia. Además, incluimos un capítulo de los borradores, los que profundizan en temáticas que serán centrales en el siglo XX, como es el vínculo entre campo y ciudad respecto a la posibilidad de hacer la revolución. El conocimiento de la forma comunal reivindicada por los populistas rusos, lo llevó durante el resto de la década de 1870 a interesarse por estudiar las formaciones sociales precapitalistas en un diálogo que mantuvo hasta el final de sus días con Vera Zasúlich. Además, hemos incluido la introducción de 1891 escrita por Friedrich Engels, pues permite contextualizar las obras de Marx. Como cierre de esta segunda parte, también hemos agregado textos clásicos de Piotr Kropotkin, Mikhail Bakunin, Luis Emilio Recabarren y Lenin. Consideramos que cada uno de estos autores/as aportan reflexiones que permiten situar de mejor modo la importancia histórica del acontecimiento que estamos celebrando.

Presentación Editorial Quimantú

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Cenizas del porvenir
Lecturas y textos sobre la Comuna de París desde Latinoamérica
Editorial Quimantú (Comp.)

El año 2021 se cumplieron 150 años del primer acontecimiento político revolucionario popular con conciencia de clases y organización política de la historia del capitalismo. Su trascendencia y el debate acerca de sus alcances sigue siendo un tema sumamente conflictivo un siglo y medio después. Mientras en Latinoamérica el evento tuvo algunas repercusiones en seminarios académico-políticos, en Europa fue un tema central para las diversas izquierdas. Revistas como Viento Sur construyeron un relato del día a día desde el 18 de marzo hasta el 29 de mayo (en base al libro de Patrick Le Moal), fechas consideradas el inicio y el fin de la Comuna. En una confluencia de naciones y editoriales se hizo una edición especial que incluía el texto de Marx La guerra civil en Francia, más algunos otros documentos literarios, políticos y artísticos, como el Manifiesto de la Federación de Artistas. Sin embargo, más allá del distinto nivel de atención que concitó y los motivos, la Comuna como lugar de encuentro para el debate político en un presente muy distinto al de su época de desarrollo (pero, que es heredero de las luchas, debates, aprendizajes, construcción de solidaridad internacional, en contraposición al capital y sus guerras de conquistas constantes), sigue siendo un sitio desde el que pensar nuestra actualidad.
Este libro es una edición especial de Editorial Quimantú, con la reunión de dos tipos de textos.
En primer lugar, nace de la convocatoria que hicimos a reflexionar desde Latinoamérica este acontecimiento histórico. Los distintos textos que nos fueron llegando marcaron ciertos énfasis que consideramos relevantes. Por una parte, el rol central de las mujeres en la Comuna de París, algo que fue profusamente relevado en las celebraciones que se hicieron en la ciudad del acontecimiento. También, aparecen textos que dialogan con Marx y su interés por las formas comunitarias precapitalistas. Otro de los énfasis de los autores y autoras tiene que ver con la actualidad de la pregunta por el poder. La caída del bloque socialista significó un abandono respecto a la capacidad de disputar la forma de organización política, como lo recuerda Néstor Kohan. Las izquierdas a nivel global, salvo contadas excepciones, han asumido su integración a la forma de organización liberal propia del Estado Nación. Atrás quedaron las críticas al parlamentarismo, el tradeunionismo, al desarrollo de una élite obrera para quebrar el mundo del trabajo, a la colusión constante entre el poder económico y el político; todos temas que los fundadores del comunismo, el anarquismo y el socialismo revolucionario, denunciaron como inherente a la democracia dirigida por la clase burguesa. En la actualidad, parece compatible reivindicar el comunismo anarquista o libertario y al mismo tiempo ser parte de una coalición política que es gobierno. Por lo mismo, en este libro es central el cuestionamiento a la forma de organización burocrática del poder, no sólo en el diálogo con los textos clásicos, sino también en una reflexión situada desde nuestros propios reales concretos, las rebeliones de los pueblos que habitan al sur del río Bravo, desde el neozapatismo mexicano hasta el levantamiento popular argentino de 2001 y el chileno de 2019. Una compleja trama de procesos de resistencia y construcción de poder popular en oposición al capital. Por ello, también en esta recopilación aparecen textos que reflexionan sobre el 18 de octubre y su vinculación con la Comuna.
Efectivamente, la Comuna como acontecimiento histórico, pero también en tanto condición espacial situada, cruza debates que tienen plena vigencia hoy. El primero, como ya lo señalábamos, tiene que ver con la imposibilidad de disputa existente en la actualidad acerca del problema del poder. El poder constituido ha logrado desarmar teóricamente cualquier tipo de resistencia, instalando la comodidad (cuando no la acomodación) en la integración del aparato burocrático. Como lo señala Carlos Aguirre Rojas en el texto que inicia este libro, la Comuna le permite a Marx reflexionar sobre el problema del Estado y su superación. En la redacción del Manifiesto aún podía creer que la forma estatal sustentada en el individuo o sujeto propietario debía seguir existiendo, pero invirtiendo el rol de dominación de clase, pues sería ejercido por el proletariado. La dictadura burguesa encubierta en parlamentarismo podía ser un instrumento, es decir neutral, como un arma o un objeto; sin embargo, la Comuna de París lo llevó a descartar esta idea, pues la revolución social tiene necesariamente que superar la división de poderes (propia del liberalismo) que nace como contrapeso a la inherente acumulación de riqueza del capitalismo. La división burocrática de las ramas del poder obedece más a la estabilidad económica que, a la garantía propia de la democracia griega antigua, donde el poder se ejercía directamente.
Por ello, Marx aprende en la Comuna que la sociedad y el poder político no pueden ser cosas distintas ni siquiera en una etapa de transición, pues cuando este último se independiza, ya sea en su forma burocrática socialista (la Unión Soviética desde que Stalin asume el poder) o neoliberal actual (con su compleja trama de ONGs, centros de estudio privados, think tanks, organismos de cooperación internacional, etc.), siempre termina convirtiéndose en instrumento de dominación de la sociedad. Ya sea en forma amable (del camarada o compañero) o humanitaria o con compromiso social, eso no quita que este instrumento creado por la sociedad (el Estado) opera siempre comprimiéndola, amoldándola y obligando a que su desarrollo vivo, su fuerza creadora, esté al servicio de él. Al Estado no le interesa la sociedad, sino su propia subsistencia y como ella depende del objetivo para el que nació (y que lo hace existir), que es conservar la estructura de propiedad y la división del trabajo, se ve obligado a bascular desde la violencia extrema hasta la cooptación de modo constante para mantener su hegemonía en pos de esta propiedad. Pero, la Comuna fue directo a la yugular de este Estado eliminando a los políticos profesionales que ganan millones por representar al “pueblo”, a la sociedad. Les igualó su sueldo al de un trabajador promedio y los obligó a dar cuenta constante de sus acciones, siendo revocables cuando éstas se alejan o discrepan de las decisiones del colectivo, establecidas asambleariamente.
Pero, no sólo eso, atacó en lo más profundo el carácter nacional del sistema político emergido en la modernidad, dando cuenta del fundamento profundamente burgués del nacionalismo. Este descubrimiento fue tan relevante que el libro De la guerra de Carl von Clausewitz es todo un desarrollo respecto a la nueva forma de hacer la guerra que emergió de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, donde la fuerza moral aparece como el fermento que lleva a la victoria. De aquí en más, señala el autor prusiano, las guerras adquirirán un fuerte componente moral, es decir una alta motivación que no depende del castigo físico, de la imposición o de otro mecanismo de sumisión, sino que se sustenta en las creencias del combatiente. El siglo XX nos mostrará los límites a que puede llegar este descubrimiento, en dos guerras mundiales. Por ello resulta tan relevante el carácter internacionalista y federativo bajo el que se define la Comuna. No sólo ocuparon altos cargos ciudadanos extranjeros, sino que la propia Comuna se pensó a sí misma como parte de una asociación federativa libre basada en la cooperación y el autogobierno de los trabajadores (tanto proletarios como campesinos). Por supuesto, éste fue uno de los primeros fracasos de la Comuna: ninguna de las experiencias inspiradas en París pudo pasar de etapas muy germinales de organización y para fines de abril ya habían sido reprimidas brutalmente, anticipando lo que sucedería en la semana sangrienta. Pero, su expresión como proyecto sigue inspirando las luchas revolucionarias hasta la actualidad. Como lo señalan múltiples textos de la propia Comuna (y en torno a ella) hay clara conciencia de la importancia de la fuerza moral y de por qué ésta sólo irá acumulándose en el tiempo en el campo popular. Uno de los textos que no incluimos en esta edición, pero que es considerado muy relevante aparece en el primer borrador de La guerra civil en Francia y señala los alcances que tenía para Marx lo que estaba sucediendo en París, se llama La revolución comunal como representante de todas las clases de la sociedad que no viven del trabajo ajeno. Hay que recordar que en los textos de la década del ‘40 y ‘50 consideraba poco relevante al campesinado para el desarrollo de la revolución social.
Otro de los rasgos que la Comuna de París eliminó de raíz fue la policía como instrumento represivo estatal. Pero, el logro no estuvo sólo en despedir a la antigua policía profesional, sino en que, coincidentemente con esto, París vivió el periodo de mayor tranquilidad en términos de delincuencia y crímenes. Como lo señala Marx, los bajos fondos parisinos y los servicios y actividades ligados a ellos se fueron a Versalles junto con el gobierno y los grandes capitalistas y terratenientes.
Pero, aunque el problema del poder sigue siendo el más espinoso y complejo de plantear (especialmente en las nuevas izquierdas culturalistas, que han abandonado o minimizado el componente de clase convirtiéndolo en un elemento más de las luchas político-sociales), la impronta feminista de la Comuna también resulta difícil de abordar. Por una parte, la Comuna no le entregó el derecho a voto a las mujeres, sin embargo, no cabe duda del empoderamiento político que ellas tuvieron en su desarrollo, ocupando toda la cadena de la organización y defensa. Por ello, resulta muy interesante revisar los textos de Louis Michel quien es muy crítica de las luchas de las mujeres que no estén vinculadas de forma directa con el carácter clasista de ellas.
Otro problema político que la Comuna hará evidente y que en países como los latinoamericanos resulta un problema hasta hoy, es la necesidad de separar a la religión de la política, excluyendo de la educación a la Iglesia, por ejemplo.
La segunda parte de este libro se inicia con una selección de textos de Louis Michel. Luego se publican los dos manifiestos de la Internacional, escritos por Marx y las 2 cartas a Kugelmann, pues aportan otros elementos a la reflexión que el autor alemán le dedicó a la Comuna y que significaron un proceso de autocrítica del propio Marx respecto a la forma de superación del capitalismo en La guerra civil en Francia. Además, incluimos un capítulo de los borradores, los que profundizan en temáticas que serán centrales en el siglo XX, como es el vínculo entre campo y ciudad respecto a la posibilidad de hacer la revolución. El conocimiento de la forma comunal reivindicada por los populistas rusos, lo llevó durante el resto de la década de 1870 a interesarse por estudiar las formaciones sociales precapitalistas en un diálogo que mantuvo hasta el final de sus días con Vera Zasúlich. Además, hemos incluido la introducción de 1891 escrita por Friedrich Engels, pues permite contextualizar las obras de Marx. Como cierre de esta segunda parte, también hemos agregado textos clásicos de Piotr Kropotkin, Mikhail Bakunin, Luis Emilio Recabarren y Lenin. Consideramos que cada uno de estos autores/as aportan reflexiones que permiten situar de mejor modo la importancia histórica del acontecimiento que estamos celebrando.

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Carlos Antonio Aguirre Rojas · Élodie Ségal · María Pía López · Hernán Ouviña · Ana Leyton · Luis Tapia · Pablo Sandoval · Felipe Tamayo · Mario Sobarzo · Louise Michel · Karl Marx · Friedrich Engels · Piotr Kropotkin · Mikhaíl Bakunin · Luis Emilio Recabarren · Vladimir Ilich Ulianov “Lenin”

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