Aunque pareciera haber sido ayer, ya han transcurrido más de catorce años desde que un ejército de enmascarados bajaron de las montañas para remecer el mundo, los imaginarios y las esperanzas de los excluidos y excluidas de la modernidad que amenazaba con hacerse universal a pesar de las miserias, hambrunas, guerras e injusticias que asolaban el planeta. Cubiertos con pasamontañas y pañuelos indígenas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional llenó de asombro noticiarios televisivos, despachos radiales, artículos periodísticos a lo largo y ancho de los continentes. Buscando nuevas formas de lucha, seduciendo con un lenguaje desconocido en la enmohecida izquierda “tradicional”, ocupando todos los medios que tienen a su alcance, instalaron las ideas de la fuerza de la esperanza, del valor de la palabra verdadera, del orgullo por la dignidad rebelde, de democracia, libertad y justicia para los olvidados de la historia. Así se ganaron espacios y esfuerzos en grandes medios de comunicación, pero, por sobretodo, en los más insignificantes e ignorados recursos informativos de los sectores populares.
Catorce años después siguen construyendo, luchando contra la opresión y el constante acoso del ejército del estado mexicano pero también contra el olvido y el aislamiento, enemigos casi tan poderosos como los dueños del poder a quienes denuncian y develan constantemente. Mucho pareciera haber ocurrido en México y el mundo desde ese 1º de enero de 1994 cuando el ejército de las comunidades indígenas de Chiapas se lanzó hacia la conquista de una vida mejor. En México ya no gobierna el PRI, la ironía de un partido institucional de la vieja revolución. Gobiernan otros que son los mismos. Se dice que América está dando una vuelta a la izquierda en su devenir político. Eso dicen Lula en Brasil, Cristina Fernández en Argentina, Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vásquez en Uruguay. Hasta volvió el Frente Sandinista en Nicaragua. Y muchos piensan, incluidos los zapatistas, que son lobos vestidos de ovejas. También hay otras experiencias, dicen que, revoluciones de diferente índole impulsadas por movimientos sociales y políticos proclamados izquierdistas: Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y, ahora recientemente, Fernando Lugo en Paraguay. Y muchos piensan, incluidos nosotros, que hay que mirar pero que el camino se ve mejor cuando no pensamos desde arriba, sino desde el nosotros. Porque algo que aprendimos de los zapatistas es que hay que buscar el camino propio, esa es una de las formas de construir autonomía y que otras formas tenemos que buscarlas y no replicarlas. Eso es parte de su férrea terquedad de sobrevivientes de 500 años de opresión, que mantiene viva la insurgencia mítica de los sin rostro, de los que debieron morir y siguen vivos.
Editorial Quimantú ha considerado de vital importancia recoger la palabra escrita que desde las montañas del sureste mexicano han proclamado la dignidad y la resistencia a todo trance. Para ello ha recogido las seis Declaraciones de la Selva Lacandona emitidas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Declaraciones que permiten conocer las denuncias, las propuestas, parte de la historia de esta rebelión que no se ha querido tomar el poder pero que ha pretendido hacer algo aún más grande: cambiar la realidad. En estas declaraciones podemos encontrar un relato detallado de la miseria e injusticia que se vive en Chiapas confrontadas con las riquezas que la hacen tan deseada por los pretendidos dueños del mundo; la emotiva y vibrante proclamación de guerra contra los opresores de los pueblos, el acatamiento voluntario de un ejército a las aspiraciones democráticas de la sociedad civil mexicana, la insistencia porfiada de los que hablan con voz de otros de mantener la esperanza como fuerza de lucha.
Quimantú también ha considerado importante incluir un texto escrito por el Subcomadante Insurgente Marcos de agosto de 1992 como una muestra del trabajo realizado previamente al levantamiento. De igual manera se incluye el mensaje que el mismo subcomandante envió con ocasión de la conmemoración en Chile de los 30 años de caída en combate de Miguel Enríquez, Secretario General del MIR.
Generar hoy redes de apoyo efectivo a la lucha zapatista es también una tarea de todos los luchadores y todas las luchadoras que anhelan cambiar el mundo. Editorial Quimantú contribuye con este grano de arena a esta tarea.
Aunque pareciera haber sido ayer, ya han transcurrido más de catorce años desde que un ejército de enmascarados bajaron de las montañas para remecer el mundo, los imaginarios y las esperanzas de los excluidos y excluidas de la modernidad que amenazaba con hacerse universal a pesar de las miserias, hambrunas, guerras e injusticias que asolaban el planeta. Cubiertos con pasamontañas y pañuelos indígenas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional llenó de asombro noticiarios televisivos, despachos radiales, artículos periodísticos a lo largo y ancho de los continentes. Buscando nuevas formas de lucha, seduciendo con un lenguaje desconocido en la enmohecida izquierda “tradicional”, ocupando todos los medios que tienen a su alcance, instalaron las ideas de la fuerza de la esperanza, del valor de la palabra verdadera, del orgullo por la dignidad rebelde, de democracia, libertad y justicia para los olvidados de la historia. Así se ganaron espacios y esfuerzos en grandes medios de comunicación, pero, por sobretodo, en los más insignificantes e ignorados recursos informativos de los sectores populares.
Catorce años después siguen construyendo, luchando contra la opresión y el constante acoso del ejército del estado mexicano pero también contra el olvido y el aislamiento, enemigos casi tan poderosos como los dueños del poder a quienes denuncian y develan constantemente. Mucho pareciera haber ocurrido en México y el mundo desde ese 1º de enero de 1994 cuando el ejército de las comunidades indígenas de Chiapas se lanzó hacia la conquista de una vida mejor. En México ya no gobierna el PRI, la ironía de un partido institucional de la vieja revolución. Gobiernan otros que son los mismos. Se dice que América está dando una vuelta a la izquierda en su devenir político. Eso dicen Lula en Brasil, Cristina Fernández en Argentina, Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vásquez en Uruguay. Hasta volvió el Frente Sandinista en Nicaragua. Y muchos piensan, incluidos los zapatistas, que son lobos vestidos de ovejas. También hay otras experiencias, dicen que, revoluciones de diferente índole impulsadas por movimientos sociales y políticos proclamados izquierdistas: Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y, ahora recientemente, Fernando Lugo en Paraguay. Y muchos piensan, incluidos nosotros, que hay que mirar pero que el camino se ve mejor cuando no pensamos desde arriba, sino desde el nosotros. Porque algo que aprendimos de los zapatistas es que hay que buscar el camino propio, esa es una de las formas de construir autonomía y que otras formas tenemos que buscarlas y no replicarlas. Eso es parte de su férrea terquedad de sobrevivientes de 500 años de opresión, que mantiene viva la insurgencia mítica de los sin rostro, de los que debieron morir y siguen vivos.
Editorial Quimantú ha considerado de vital importancia recoger la palabra escrita que desde las montañas del sureste mexicano han proclamado la dignidad y la resistencia a todo trance. Para ello ha recogido las seis Declaraciones de la Selva Lacandona emitidas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Declaraciones que permiten conocer las denuncias, las propuestas, parte de la historia de esta rebelión que no se ha querido tomar el poder pero que ha pretendido hacer algo aún más grande: cambiar la realidad. En estas declaraciones podemos encontrar un relato detallado de la miseria e injusticia que se vive en Chiapas confrontadas con las riquezas que la hacen tan deseada por los pretendidos dueños del mundo; la emotiva y vibrante proclamación de guerra contra los opresores de los pueblos, el acatamiento voluntario de un ejército a las aspiraciones democráticas de la sociedad civil mexicana, la insistencia porfiada de los que hablan con voz de otros de mantener la esperanza como fuerza de lucha.
Quimantú también ha considerado importante incluir un texto escrito por el Subcomadante Insurgente Marcos de agosto de 1992 como una muestra del trabajo realizado previamente al levantamiento. De igual manera se incluye el mensaje que el mismo subcomandante envió con ocasión de la conmemoración en Chile de los 30 años de caída en combate de Miguel Enríquez, Secretario General del MIR.
Generar hoy redes de apoyo efectivo a la lucha zapatista es también una tarea de todos los luchadores y todas las luchadoras que anhelan cambiar el mundo. Editorial Quimantú contribuye con este grano de arena a esta tarea.