Memorias de La Victoria
Relatos de vida en torno a los inicios de la población
Grupo Identidad de Memoria Popular
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Hace más de 10 años empezamos la colección Retrovisor, con la idea de darle espacio a cómo se ha ido formando movimiento, saber colectivo, construcción de territorio en las poblaciones de nuestro país. Este libro fue el primero en salir a la luz, en octubre de 2006, y hoy ve una nueva edición cuando se cumplen 60 años de la Toma de La Victoria, nuestro homenaje a quienes dieron vida a la emblemática pobla del sur de Santiago.
Hasta el momento la colección ha mostrado esta mirada histórica militante, con reflexión para los pasos futuros, a través de los ojos de pobladores y pobladoras de La Victoria, Boca Sur de Concepción, Maipú, de quienes se levantaron en rebeldía en la Patagonia el 2012 y de los territorios azotados por el terremoto del 2010.
Esperamos que otros y otras se lancen a la aventura de escribir sus propias historias de cómo fueron construyendo su territorio, para poder armar el puzzle de esta historia que no cabe en los libros oficiales, y que consideramos un deber entregar a otras miradas para, como dice la presentación de la primera edición de este libro, “comenzar a comprender que en la memoria de la solidaridad y de la lucha de los sectores populares, permanece una rica fuente de experiencias que mucho puede aportar a los aprendizajes necesarios para fundar nuevas prácticas”.
Memorias de La Victoria recoge, desde veinte relatos de vida, el importante proceso de formación del Movimiento de Pobladores, que entre las décadas de 1950 y 1970, reconfiguró significativamente el espacio urbano de Santiago, desde el compromiso y la acción de miles de familias sin casa.
Entregamos esta nueva edición para continuar el proceso de mirarnos, conocernos, crear memoria colectiva de nuestros espacios y construir nuevas formas de habitarlos.

 

Los desafíos de la memoria
Hace catorce años, un grupo de jóvenes, varios de ellos pobladores de La Victoria, se aventuraron a recoger y preservar a través de los relatos en primera persona la memoria en torno a los orígenes de la población y la construcción de una identidad más o menos delimitada de lo que era ser “Victoriano”.
Una de las motivaciones para realizar este trabajo fue, por un lado, reconstruir un relato desde sus propios protagonistas, relevando así elementos constitutivos de su historia y por tanto de su identidad. Por otro lado, y no menos importante, estuvo el interés y la conciencia de preservar, dejando registro de la memoria de los fundadores, en su mayoría adultos mayores, muchos de los cuales ya no se encuentran con nosotros. Es así como sus testimonios han quedado resguardados y son fuentes para la historia.
Desde 2003, año en que se realizó este trabajo, la población ha vivido una serie de transformaciones. Uno de los cambios más importantes y recientes ha sido la llegada de numerosas familias de inmigrantes, principalmente de nacionalidad haitiana. Este hecho ha generado distintas respuestas, desde muestras de solidaridad hasta expresiones de intolerancia.
¿Qué papel puede desempeñar la memoria y la identidad frente a este desafío? Los muros de La Victoria muestran muchos de los elementos que constituyen su identidad colectiva: el protagonismo de la mujer, la memoria de las ollas comunes, del movimiento obrero, de los movimientos políticos, entre muchas otras expresiones de organización y solidaridad que han sido reflejo de los momentos históricos por los que la población ha transitado. En esa historia, el apoyo y la acogida a los inmigrantes encuentra pleno sentido, y se ha expresado en la recepción de sus costumbres e idioma, dando cuenta de la amistad que debe existir entre pueblos hermanos.
Hemos asistido entonces a la supervivencia del espíritu “victoriano” frente a los embates del sistema social-económico actual (individualista, consumidor, competitivo), que ha permeado la solidaridad y la fuerza de instituciones sociales como la junta de vecinos y los movimientos político-sociales. La atomización y el narcotráfico son problemáticas que la comunidad ha acarreado por años. Sin embargo, se siguen sumando iniciativas sociales de distinta índole, como clubes deportivos, pastoral de jóvenes, o batucadas, en las que se ha integrado también a inmigrantes y sus hijos. Y en esta línea, se han mantenido vigentes los medios de comunicación comunitarios como la Radio Primero de Mayo y la Señal 3, canal popular pionero en su tipo.
Es así como frente estos cambios y continuidades hemos asistido además a irrupciones de la memoria que vienen justamente a recodar, a mostrar lo que fuimos y lo que somos y que, en una población tan llena de simbolismos, parece cobrar más sentido. Ejemplo de esto fue la muerte del padre Pierre Dubois ocurrida el 28 de septiembre del 2012, acontecimiento que movilizó a los victorianos, haciendo patentes los recuerdos en torno a la Dictadura, el sufrimiento, el compañerismo y el compromiso en la defensa de los Derechos Humanos, todo lo cual representó el padre Pierre. Sus funerales fueron otra demostración de la identidad de la población, de la importancia de la memoria. El cortejo se realizó de forma similar a los funerales de su compañero asesinado en Dictadura, el Padre André Jarlan: la población acompañó al padre Pierre desde la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria hasta la Catedral de Santiago. En este mismo sentido en mayo del 2016, la casa parroquial de La Victoria donde fue asesinado el padre André en 1984 durante una jornada de protesta, fue declarada monumento nacional, un reconocimiento necesario para uno de los sucesos más dolorosos que ha vivido la comunidad a lo largo de su historia.
La identidad victoriana, algunos de cuyos trazos se muestran en este libro, pervive en la memoria de sus fundadores y se ha transmitido a las nuevas generaciones de pobladores, transformándose como efecto de las nuevas experiencias. Pese a ello, algunos elementos resisten el paso del tiempo, como por ejemplo el sentido de comunidad aún presente en la resolución conjunta de distintos problemas, el orgullo de ser victoriano plasmado en los logros colectivos, desde la autoconstrucción de sus casas hasta la construcción conjunta del consultorio, la junta de vecinos y la escuela de la población. De la misma forma, el respeto y valoración de los fundadores de la población es un rasgo importante, la toma de terrenos se ha vuelto un hecho heroico.
Los retos de la identidad victoriana ante los cambios nos legan tareas desafiantes, pues pese a poseer rasgos de suma solidez, es también una identidad en construcción permanente. Desde este empeño queremos aportar colaborando para mantener el legado de sus fundadores, el sentido de solidaridad y el valor de la vida en comunidad, en la lucha contra de la pobreza y la construcción de un vivir digno. Por ello, a sesenta años de la toma de terrenos, creemos que reeditar Memorias de la Victoria. Relatos de vida en torno a los inicios de la población es un esfuerzo necesario, pues su propósito parece estar más vigente que nunca: es una irrupción frente al olvido, ya que apela a la memoria, a la importancia de la propia historia en la educación de las nuevas generaciones. Es un ejercicio que promueve y reafirma los valores que sus mismos pobladores quieren preservar.

Cristina Quezada Rodríguez”

Prólogo a la segunda edición

 

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Memorias de La Victoria
Relatos de vida en torno a los inicios de la población
Grupo Identidad de Memoria Popular

Hace más de 10 años empezamos la colección Retrovisor, con la idea de darle espacio a cómo se ha ido formando movimiento, saber colectivo, construcción de territorio en las poblaciones de nuestro país. Este libro fue el primero en salir a la luz, en octubre de 2006, y hoy ve una nueva edición cuando se cumplen 60 años de la Toma de La Victoria, nuestro homenaje a quienes dieron vida a la emblemática pobla del sur de Santiago.
Hasta el momento la colección ha mostrado esta mirada histórica militante, con reflexión para los pasos futuros, a través de los ojos de pobladores y pobladoras de La Victoria, Boca Sur de Concepción, Maipú, de quienes se levantaron en rebeldía en la Patagonia el 2012 y de los territorios azotados por el terremoto del 2010.
Esperamos que otros y otras se lancen a la aventura de escribir sus propias historias de cómo fueron construyendo su territorio, para poder armar el puzzle de esta historia que no cabe en los libros oficiales, y que consideramos un deber entregar a otras miradas para, como dice la presentación de la primera edición de este libro, “comenzar a comprender que en la memoria de la solidaridad y de la lucha de los sectores populares, permanece una rica fuente de experiencias que mucho puede aportar a los aprendizajes necesarios para fundar nuevas prácticas”.
Memorias de La Victoria recoge, desde veinte relatos de vida, el importante proceso de formación del Movimiento de Pobladores, que entre las décadas de 1950 y 1970, reconfiguró significativamente el espacio urbano de Santiago, desde el compromiso y la acción de miles de familias sin casa.
Entregamos esta nueva edición para continuar el proceso de mirarnos, conocernos, crear memoria colectiva de nuestros espacios y construir nuevas formas de habitarlos.

 

Los desafíos de la memoria
Hace catorce años, un grupo de jóvenes, varios de ellos pobladores de La Victoria, se aventuraron a recoger y preservar a través de los relatos en primera persona la memoria en torno a los orígenes de la población y la construcción de una identidad más o menos delimitada de lo que era ser “Victoriano”.
Una de las motivaciones para realizar este trabajo fue, por un lado, reconstruir un relato desde sus propios protagonistas, relevando así elementos constitutivos de su historia y por tanto de su identidad. Por otro lado, y no menos importante, estuvo el interés y la conciencia de preservar, dejando registro de la memoria de los fundadores, en su mayoría adultos mayores, muchos de los cuales ya no se encuentran con nosotros. Es así como sus testimonios han quedado resguardados y son fuentes para la historia.
Desde 2003, año en que se realizó este trabajo, la población ha vivido una serie de transformaciones. Uno de los cambios más importantes y recientes ha sido la llegada de numerosas familias de inmigrantes, principalmente de nacionalidad haitiana. Este hecho ha generado distintas respuestas, desde muestras de solidaridad hasta expresiones de intolerancia.
¿Qué papel puede desempeñar la memoria y la identidad frente a este desafío? Los muros de La Victoria muestran muchos de los elementos que constituyen su identidad colectiva: el protagonismo de la mujer, la memoria de las ollas comunes, del movimiento obrero, de los movimientos políticos, entre muchas otras expresiones de organización y solidaridad que han sido reflejo de los momentos históricos por los que la población ha transitado. En esa historia, el apoyo y la acogida a los inmigrantes encuentra pleno sentido, y se ha expresado en la recepción de sus costumbres e idioma, dando cuenta de la amistad que debe existir entre pueblos hermanos.
Hemos asistido entonces a la supervivencia del espíritu “victoriano” frente a los embates del sistema social-económico actual (individualista, consumidor, competitivo), que ha permeado la solidaridad y la fuerza de instituciones sociales como la junta de vecinos y los movimientos político-sociales. La atomización y el narcotráfico son problemáticas que la comunidad ha acarreado por años. Sin embargo, se siguen sumando iniciativas sociales de distinta índole, como clubes deportivos, pastoral de jóvenes, o batucadas, en las que se ha integrado también a inmigrantes y sus hijos. Y en esta línea, se han mantenido vigentes los medios de comunicación comunitarios como la Radio Primero de Mayo y la Señal 3, canal popular pionero en su tipo.
Es así como frente estos cambios y continuidades hemos asistido además a irrupciones de la memoria que vienen justamente a recodar, a mostrar lo que fuimos y lo que somos y que, en una población tan llena de simbolismos, parece cobrar más sentido. Ejemplo de esto fue la muerte del padre Pierre Dubois ocurrida el 28 de septiembre del 2012, acontecimiento que movilizó a los victorianos, haciendo patentes los recuerdos en torno a la Dictadura, el sufrimiento, el compañerismo y el compromiso en la defensa de los Derechos Humanos, todo lo cual representó el padre Pierre. Sus funerales fueron otra demostración de la identidad de la población, de la importancia de la memoria. El cortejo se realizó de forma similar a los funerales de su compañero asesinado en Dictadura, el Padre André Jarlan: la población acompañó al padre Pierre desde la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria hasta la Catedral de Santiago. En este mismo sentido en mayo del 2016, la casa parroquial de La Victoria donde fue asesinado el padre André en 1984 durante una jornada de protesta, fue declarada monumento nacional, un reconocimiento necesario para uno de los sucesos más dolorosos que ha vivido la comunidad a lo largo de su historia.
La identidad victoriana, algunos de cuyos trazos se muestran en este libro, pervive en la memoria de sus fundadores y se ha transmitido a las nuevas generaciones de pobladores, transformándose como efecto de las nuevas experiencias. Pese a ello, algunos elementos resisten el paso del tiempo, como por ejemplo el sentido de comunidad aún presente en la resolución conjunta de distintos problemas, el orgullo de ser victoriano plasmado en los logros colectivos, desde la autoconstrucción de sus casas hasta la construcción conjunta del consultorio, la junta de vecinos y la escuela de la población. De la misma forma, el respeto y valoración de los fundadores de la población es un rasgo importante, la toma de terrenos se ha vuelto un hecho heroico.
Los retos de la identidad victoriana ante los cambios nos legan tareas desafiantes, pues pese a poseer rasgos de suma solidez, es también una identidad en construcción permanente. Desde este empeño queremos aportar colaborando para mantener el legado de sus fundadores, el sentido de solidaridad y el valor de la vida en comunidad, en la lucha contra de la pobreza y la construcción de un vivir digno. Por ello, a sesenta años de la toma de terrenos, creemos que reeditar Memorias de la Victoria. Relatos de vida en torno a los inicios de la población es un esfuerzo necesario, pues su propósito parece estar más vigente que nunca: es una irrupción frente al olvido, ya que apela a la memoria, a la importancia de la propia historia en la educación de las nuevas generaciones. Es un ejercicio que promueve y reafirma los valores que sus mismos pobladores quieren preservar.

Cristina Quezada Rodríguez”

Prólogo a la segunda edición

 

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LANZAMIENTO El 26 de abril de 2018 se presentó de la reedición de “Memorias de La Victoria” en la Escuela de La Victoria. Se contó con la participación de los apoderados, los profesores, los autores del libro y algunas de las personas que prestaron testimonio en el mismo.

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Grupo Identidad de Memoria Popular

Este trabajo fue desarrollado en el verano de 2003, y en el participaron:
Alejandra Bustamante, Alexis Cortés, Katherine Córdova, Alejandro Díaz, Brian Milder, Nadia Olave, Ninoska Olave, Cristina Quezada, Julio Reyes, Victoria Valdivia y Gabriel Valdés.

Y tú, ¿Qué dices?