Con libros como este, nuestra editorial va aprendiendo nuevos modos de cantar y contar el mundo, ya no es sólo contar historias como un legítimo ejercicio militante, o procurar desviar el lente de la cultura oficial para visibilizar los vastos sectores olvidados de la sociedad, o dar espacio para un discurso reivindicativo. Sino que con Taypi Aru, vemos cómo los lentes se transforman en espejos, en juegos de espejos al ser colectivos, por los que rebotan y deslizan cientos de experiencias y proyecciones sin más pretensiones que testimoniar, en honestidad, el caleidoscopio urbano que somos, a partir de los nuevos vientos que soplan por tarkas, quenas y sikuris, o que despeinan wipalas multicolores en las cejas de los edificios, o que bajan de la cordillera trayendo plumas de un nuevo cóndor desaparecido, para hacerlo reaparecer en la potencia de quienes apuestan por reencontrarse comunidad.
Taypi Aru son 6 capítulos de andarse bailando las poblaciones, los libros, los cerros, los trenes, las cletas y las micros, aunados por el sentimiento común de que un nuevo mundo late en el vientre de éste, y queriendo ser parte de ese nuevo parto, de ese nuevo partir.
Por eso celebramos que nos hayan integrado a la fiesta con nuestra música de teclas y trajes de papel, porque así es como se sigue extendiendo el despertar de nuestros pueblos, así es como se expande la conciencia y como más ojos comienzan a ver que el gris de Santiago se pinta de los colores que hoy se atreven a decir “pese a tanto, seguimos existiendo, ¡viva la resistencia!
Con libros como este, nuestra editorial va aprendiendo nuevos modos de cantar y contar el mundo, ya no es sólo contar historias como un legítimo ejercicio militante, o procurar desviar el lente de la cultura oficial para visibilizar los vastos sectores olvidados de la sociedad, o dar espacio para un discurso reivindicativo. Sino que con Taypi Aru, vemos cómo los lentes se transforman en espejos, en juegos de espejos al ser colectivos, por los que rebotan y deslizan cientos de experiencias y proyecciones sin más pretensiones que testimoniar, en honestidad, el caleidoscopio urbano que somos, a partir de los nuevos vientos que soplan por tarkas, quenas y sikuris, o que despeinan wipalas multicolores en las cejas de los edificios, o que bajan de la cordillera trayendo plumas de un nuevo cóndor desaparecido, para hacerlo reaparecer en la potencia de quienes apuestan por reencontrarse comunidad.
Taypi Aru son 6 capítulos de andarse bailando las poblaciones, los libros, los cerros, los trenes, las cletas y las micros, aunados por el sentimiento común de que un nuevo mundo late en el vientre de éste, y queriendo ser parte de ese nuevo parto, de ese nuevo partir.
Por eso celebramos que nos hayan integrado a la fiesta con nuestra música de teclas y trajes de papel, porque así es como se sigue extendiendo el despertar de nuestros pueblos, así es como se expande la conciencia y como más ojos comienzan a ver que el gris de Santiago se pinta de los colores que hoy se atreven a decir “pese a tanto, seguimos existiendo, ¡viva la resistencia!