Detectives incómodos

Una parte importante de nuestro aprendizaje está ligada a la escritura. O lectoescritura, al decir de Ana Potentino, quien en “Detectives incómodos” se refiere a dicho proceso, algunas de sus razones, azares y medios. Para ella —antiautora, escribidora invisible, sensual, boba y justiciera— “toda escritura es resultado de muchas lecturas previas, lecturas que resultan uno de los ingredientes en la masa madre de la producción textual”.

Por ello parte escudriñando en la vida y obra de varios autores. Comienza por Bolaño, quien tras sus múltiples peripecias nos demuestra lo que significa vivir EN la literatura: “Simplemente un escritor diciendo ALGO sin compromisos con el dinero o con el poder; un sabio viajero ironizando su vida, un antiguo infrarrealista literaturizando su tiempo”. Pero él mismo, ya curado de espanto, dice: “Ahora es la época del escritor funcionario, del escritor matón, del escritor que va al gimnasio”, de los que “no rechazan la respetabilidad, la buscan desesperadamente”. Un síndrome que como sabemos, va bastante más allá de la literatura.

Ana dialoga con los muertos. Devora mundos, sostiene encuentros transtemporales y literalmágicos, posee cuerpos, pero no se apodera de sus identidades. Así lo hace con Juno Lobo Hernández, el que mientras deambula por los Méxicos, se entera de que es la reencarnación de Juan López, rey de los indios, leyenda tzetzal.

Luego es el propio Bukowsky quien nos relata un encuentro con ella en un bar, una mexicana de la que intuye, ansía ser escritora. Tras algunas rondas, el autor maldito comienza a sincerarse sobre su oficio. “Para ser escritor tienes que tener algo que decir. Luego está el asunto del estilo, que es más importante que la verdad” le dice.

Luego llega al Subcomandante Marcos, quien por si fuera poco también funge como sub escritor, y tras una alianza con Paco Ignacio Taibo II, nos entregan “Muertos incómodos (falta lo que falta)”. Escrita “a cuatro a manos” y publicada por entregas en La Jornada entre 2004 y 2005, es una novela contradetectivesca, cuyo caso central, tomado por un detective incómodo —de aquellos que producen una explicación alternativa a la explicación oficial— nos presenta un fiel reflejo de la historia de México. O quizá de toda Latinoamérica.

A continuación, se expone una carta imaginaria a José Revueltas, en donde aprovecha de revisar obras como “Los errores” y “El luto humano” en su contexto literario y político —si es que nos permitimos la distinción— y con ello, desde el difícil lugar que Revueltas ocupa en la izquierda de ayer y de hoy.

Cierra con una entrevista en donde conocemos sus principios e incertidumbres a la hora de escribir. Junto a los ya citados, otros como Pessoa, Córtazar, Wolf y Rosario Castellanos nos ratifican — asegura Ana— que “una cosa es el oficio y otra el talento o el dolor y el coraje suficientes, para transmutar la escritura en arte”.

 

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