Memoria, resistencia y poder popular en La Bandera

El 30 de enero se realizó en La Bandera el “Yo me libro con la memoria, resistencia y poder popular”, 19° versión de la feria, esta vez convocada por el Comité de la Memoria 26 de enero[1], Memorias Populares de La Bandera[2] y Revista Mal de Ojo[3]. La jornada, que contó con un pasacalle a cargo de la Bombanda, un mural a cargo de La Matraca, la presentación de un libro y más, se enmarcó en el 51° aniversario de la toma de dicha Población, razón por la cual entrevistamos a parte su organización para conocer más de la historia y presente del territorio[4].

Mural de La matraca. En imagen aparece María Tapia, dirigenta de la toma conocida como “Tela”, autora a su vez, del poema que le acompaña. María fue una pobladora que participó de la Toma 26 de enero y vecina del 1° Sector de la población La Bandera. Militante del MIR, participó de su reconstrucción desde 1977 hasta los años 80, cuando surgen las jornadas nacionales de protesta contra la dictadura. Mujer de pueblo que asumió la militancia revolucionaria con valentía, generosidad y una activa conducta solidaria con sus camaradas. Foto cortesía La Matraca.

 

Pese a la intensa lluvia estival que afectó la capital[5] aquel día, la que por entre otros aspectos amilanó la participación, la actividad fue realizada igualmente. Y cómo no, si la fecha supuso el cierre de varios días de conmemoración en La Bandera. La relevancia de un Yo me Libro estribó en que, para las organizaciones convocantes “la cultura y sobre todo los libros, han visto condenado su tránsito a espacios burgueses y precios inalcanzables. El conocimiento y la experiencia de la lectura se han volcado muchas veces a un tiempo escolar que, sobre todo en tiempos de pandemia, han visto aún más mermado su acceso. Las bibliotecas públicas o municipales muchas veces cuentan con un catálogo precario que dificulta el interés y la innovación en el conocimiento y las editoriales que puedan participar de esta feria tienen como característica su lineamiento popular, diverso y políticamente más cercano a los intereses de los pobladores”[6]. En este nuevo Yo me Libro también colaboraron la Brigada Popular Ramón Ramón, la Brigada Weche Auka, la Batucada En la rueda, el Comité de Derechos Humanos local y vecinos de La Legua.

Los Yo me libro tiene su origen en el 2008[7]. En un principio consistieron en lanzamientos múltiples de la Editorial Quimantú, de carácter semestral, en unidad con diversas muestras de arte, deportes y talleres de diversa índole, y enmarcados en la contingencia. La instancia, deudora de las diversas tomas culturales que realizó con anterioridad la revista Perro Muerto— cuyo equipo más tarde conformaría la editorial—, reemplazó las comodidades del Parque Forestal con el paso del tiempo, adecuándose a las particularidades de cada territorio que buscó hacerse cargo de la actividad (realizándose en algunos casos, fuera de Santiago). Y dentro de las muchas anécdotas que marcaron cada jornada, cabe señalar que su realización bajo un aguacero no es algo nuevo: tanto el octavo encuentro, el “Yo me libro contra todo pronóstico” (2014) como el doceavo, el “Yo me libro desde el territorio” (2016) lo enfrentaron. En esta ocasión la porfía vino de la mano de las organizaciones banderinas. Y es que una de las ideas-fuerza fue, desde un principio, entregar la iniciativa a otras organizaciones en resistencia. No tememos asumir que, hoy por hoy, este sueño se ha materializado.

Afiche del Yo me Libro. Cortesía Comité de memoria.

 

Durante la jornada fue lanzado “Balas, linchacos y cadenas: enfrentamientos políticos callejeros durante la UP. Santiago de Chile 1970-1973” de Álvaro Rivas y Damian Rossenmann y editado por Le Feu Editorial. Libro que aborda los conflictos de baja intensidad producidos durante la Unidad Popular, cuestionando, por entre otros aspectos, el acuerdo general al interior de las ciencias sociales sobre la utilización del concepto de polarización para analizar dicho período. Se centra en la violencia política entre oficialismo y oposición, así como también al interior de ambos sectores, tanto en los aspectos cotidianos como en el mundo militante.

Para sus autores, desde “el contexto de la revuelta popular de octubre, y el posterior llamado a plebiscito constitucional, se han generado fuertes y violentos altercados callejeros. Enfrentamientos entre adherentes de la opción Rechazo y Apruebo o fuertes peleas entre militantes de ultraderecha y grupos antifascistas han sido parte de la tónica de las dinámicas políticas de la calle. Enfrentamientos que nos hablan de un escenario de tensión donde la violencia cotidiana re aparece como un elemento de resolución para los conflictos que habitan en la sociedad. 50 años después del proceso de la UP aparecen nuevamente estos enfrentamientos entre pinochetistas y marxistas, dando elementos para analizar la continuidad de la violencia política callejera y su relación con el contexto político post dictadura, pasando desde pautas de acción de los sujetos participantes hasta tipos de enfrentamientos producidos entre civiles, en el marco, por ejemplo, de concentraciones o contra-manifestaciones por un lado y por otro”.

Lanzamiento de “Balas, linchacos y cadenas”. Foto cortesía de Comité de memoria.

 

Memoria, presente y porvenir de La Bandera. Breve entrevista a la Brigada Weche Auka y Comité de Memoria

Con más de medio siglo de existencia combativa de La Bandera, además de su toma[8] propiamente conmemorada, ¿qué otros hitos de la Población destacan?

Primero se debe entender que la Población La Bandera nace de las llamadas “Operaciones sitio” que se instauraron durante el gobierno de Eduardo Frei Montalba, una “solución” habitacional basada en el principio de la autoconstrucción que desde el 67 al 68 se instala en los terrenos de la comuna de La Granja —actualmente San Ramón— como una especie de población modelo. Diversos factores que pasan por el contexto histórico del Chile de aquel entonces, sumado a la lentitud institucional para solucionar las demandas habitacionales, impulsaron a que el movimiento de los “sin casa” lograra acelerar su proceso de lucha por una vivienda digna.

De este proceso rescatamos la radicalización del movimiento de pobladores de la toma 26 de enero ocurrida en 1970, hecho que supone un salto cualitativo de la fuerza pobladora al acoger el lineamiento de las acciones directas de masas planteadas por el Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR. Dentro de los hitos destacamos la toma de Corhabit y el secuestro de las tarjetas para la operación sitio. La toma del retén para la construcción del policlínico, la toma de las Torres San Borja por parte del movimiento de pobladores revolucionarios, que dio vida al campamento Nueva Habana, y posteriormente en la década de los 70 la resistencia popular en las comunidades eclesiales de base, con el ejemplo de las hermanas Ita Ford y Carla Piette; las milicias de las resistencia y el auge del rodriguismo después en los 80s; luego, en la transición revisamos de manera critica la forma en que el enemigo de clase se dio a la tarea de desarticular el movimiento popular a través de la cooptación desde los municipios y las ONGs; la claudicación electoral, etc. Factores que han dañado profundamente el movimiento popular y por los que hoy en día se nos hace aún más necesario movilizarnos.

¿Qué entienden por soberanía popular desde la experiencia banderina? ¿Cómo vinculan esta con la de otros territorios populares y organizados en Chile?

Desde la experiencia banderina concebimos la soberanía popular como la independencia de clase expresada en la organización real, es decir, la soberanía es la posibilidad de autodeterminación de la organización popular tendiente a la construcción del poder popular. El trabajo colaborativo con el poder institucional no permite el ejercicio de soberanía, pues quien ejecute proyectos o programas de la asistencia social del estado burgués no está si no que administrando popularmente los recursos de un estado subsidiario. La autonomía de la organización popular se mide en la independencia de clase y el antagonismo con las instituciones que sostienen este sistema de explotación, un camino que consideramos, y es esta autonomía el camino que nos puede llevar a ejercer el poder popular

A pesar de la lluvia el pasacalle fue igualmente realizado. Foto cortesía Comité de memoria.

 

¿Cómo se vive la revuelta en La Bandera?

En el contexto de la Revuelta, la Bandera reaccionó como lo hizo el pueblo en su conjunto. Todo el tiempo que duro el estado de excepción y el toque de queda las calles no se soltaron, el pueblo estuvo en alerta, en vigilia; las barricadas se mezclaban con las pichangas hasta la madrugada al ritmo de sol y lluvia y la música de Los Prisioneros. Las jornadas del 18 y 19 de octubre, en términos de combate y sabotaje, está inscrito en los anales de la lucha popular chilena.

La Revuelta se extendió por todos los lugares céntricos de la zona sur y por las calles de la población donde la masividad fue la tónica y la combatividad expresada en no soltar las calles, en hacer sonar los tambores, en gritar con batucadas; las banderas chilenas, banderas negras y mapuche adornaron la población, los lugares públicos fueron transformados y rebautizados por la marea popular.

¿Cómo se ha enfrentado la pandemia?

La pandemia ha calado en todos los sectores de la población, y la organización con la que responden los y las pobladores es también la memoria popular que permite reconstruir rápidamente. Los primeros dos meses consistieron en mantener los espacios organizativos funcionando; fue difícil adoptar protocolos, aprenderlos y activar las redes de abastecimiento y de solidaridad básica, aunque en la revuelta del hambre de El Bosque, desde el 18 de mayo, se activa una inmensa red de ollas y centros de acopio, se gesta una red de abastecimiento, incluso panaderías populares, todas herramientas al servicio de la continuación de la lucha. Destacamos el rol de las brigadas, quienes organizaron y colaboraron en diversas tareas donde, por ejemplo, la Brigada Ramón Ramón, trabajó en la sanitización de espacios vecinales y en lugares donde los vecinos y vecinas hacían sus cuarentenas.

 

* Fotografía portada de autor desconocido que registra el comienzo de la toma, cuya vivienda fue utilizada como referencia para el mural. Foto cortesía La Matraca.

 

Por Ignacio Andrés

América Leatina desde Abajo

San Bernardo, 10 de febrero de 2021

 

 

[1] El Comité de Memoria es un espacio compuesto por vecinas y vecinos del Sector 1, luchadores que crecieron y trabajaron en la Toma y Campamento 26 de Enero, hijas e hijos de dirigentes importantes en la construcción del territorio como bastión. Junto a ellos, Brigadas Populares de la comuna de San Ramón, y pobladores dan vida con el objetivo de rescatar la historia de lucha y organización popular a sus 51 años de resistencia. Este Comité se propuso la tarea de organizar el aniversario basado en tres conceptos que definen el espíritu de la 26 de enero: memoria, resistencia y poder popular.

[2] Memorias Populares de La Bandera, surge a finales de julio del 2020, como parte del trabajo territorial realizado por la Autoorganización de Resistencia y Recuperación Popular (ARRP), quienes en su intención de relevar la experiencia histórica de la población y sus dinámicas de resistencia y lucha popular que la acompañan desde sus orígenes, buscan, mediante el ejercicio de la construcción colectiva de un archivo de memoria histórica, posibilitar un espacio en el que se articulen las diversas experiencias (individuales y/o colectivas) que forman parte de la historia de La Bandera. Además, la rearticulación de la memoria popular tiene como finalidad, dotar de sentido histórico las luchas del presente y proyectarlas hacia el porvenir deseado, donde se materialice la vida digna. Comprendemos que el campo de la memoria está en permanente disputa y lo atraviesan sentidos que buscan resignificar aquellos elementos que nos han constituido como clase popular, por eso la importancia de mantener vivo el relato de quienes han construido a pulso nuestra población, y que de manera sistemática han sido negados por la historia oficial.

[3] La Revista Mal de Ojo es un proyecto latinoamericano de difusión literaria y cultural, cuyo principal objetivo es contribuir a la visibilización de las diversas expresiones que pueden ser nacer desde y para nuestra América Latina y en la comunión con la lucha por la libertad de todos los pueblos del mundo. Tiene su primer número digital en enero del 2013, y tras nueve años de arduo trabajo se han logrado publicar 38 números, algunos de ellos presentados en ferias literarias en Chile, México, Bolivia y Perú. Nace por la misma necesidad de espacios culturales en los que las voces de los y las artistas que no responden a las lógicas de la academia, logren llevar su arte a todos los rincones de nuestro continente.

[4] Agradezco enormemente la buena disposición de las organizaciones territoriales locales (cuyo valioso testimonio se encuentra íntegro en la entrevista), especialmente a Liza del Comité de memoria, ya que sus diversas gestiones permitieron la pronta elaboración de este artículo.

[5] Un frente de mal tiempo afectó a la zona central a fines de enero, lo que produjo intensas lluvias en la capital los días 26 y 27, agravando la ya delicada situación de varios centros de salud públicos y dando cuenta de las paupérrimas condiciones del sistema de salud en Chile. Asimismo, algunas zonas del Cajón del Maipo sufrieron aluviones, impulsados en gran medida por el proyecto extractivista Alto Maipo: http://gacetaambiental.cl/2021/02/03/red-no-alto-maipo-lo-irresponsable-es-afirmar-que-alto-maipo-no-tiene-ningun-grado-de-incidencia-en-la-catastrofe-del-cajon/

[6] Respuesta entregada por las organizaciones convocantes a la pregunta “¿Por qué hacer un Yo me libro en las actuales circunstancias? ¿Por qué desde tal carácter?”, parte en la entrevista remota que se encuentra en el segundo apartado de este artículo.

[7] Para saber más de los Yo me libro anteriores, y de paso, conocer el origen de la Editorial Quimantú y algunas de sus iniciativas, recomendamos revisar la página: https://www.quimantu.cl/quimantu/

[8] Para conocer más en profundidad este proceso recomendamos “Historia de la toma de la Bandera. La 26 de Enero” (2005) del Colectivo Miguel Enríquez disponible https://www.archivochile.com/Mov_sociales/mov_pobla/MSmovpobla0007.pdf y las páginas 31 y 31 de la revista “Punto final” en su edición N°98, del martes 17 de febrero de 1970, disponible en https://punto-final.org/PDFs/1970/PF_098.pdf

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Y tú, ¿Qué dices?

JUAN CARLOS HERRERA A. (22 Jul 2021) —LLEGAMOS A FINALES DEL 69, CUANDO TENÍA 6 AÑOS A LA BANDERA, 4 SECTOR. TENEMOS MUCHAS HISTORIAS DE NIÑOS, RECUERDOS DEL ESTABLO, EL PARQUE ETC. ME EMOCIONO CUANDO SÉ, QUE AÚN EXISTE GENTE QUE LUCHA, RECUERDA, VIVE Y MUERE POR SU POBLACIÓN. SALUDOS Y UN GRAN ABRAZO A MI GENTE.

Jorge Farías O. (04 Ago 2022) —La Bandera es un lugar importante en la lucha poblacional. estuve allí parte de juventud, como Educador Popular de la AGECH- Caro Ochagavía de la José María Caro con el destacamento: Educador Patricio-Gleisner. Trabaje en la Escuela Popular de la Toma 22 de Julio: Sitio Nosotros Queremos. Y llevé el apoyo de la Escuela POpular de Obreros municipales. Luche junto a Clotario Blest allí y en la escuela Popular Cura obrero Joan Alsina de la Caro- Lo Sierra. ( de´cada de los 70-80) Fue un anillo de Escuelas populares de Defensa y protección de los perseguidos políticos y del pueblo. No olvidamos y hacemos memoria y resistimos.

Anónimo (13 Jun 2023) —Me emociona mucho leer todo esto mi nombre es Luis Ibarra llegué el año 69 a la población La Bandera recuerdo los sitios estaban marcados con tiza en polvo las calles eran por una retroexcavadora llegamos de noche mi papá levanto dos tableros en forma de ruka para pasar la noche la micro solo llegaba al 25 de Santa Rosa luego a caminar había un establo la municipalidad de la granja estaba donde está el hospital Padre Hurtado recuerdo que fui dirigente de la secretaria nacional de la juventud de la sede del cuarto sector de La Bandera el tranque del paradero 35 era nuestra piscina en el verano almorzábamos y estábamos toda la tarde bañándonos llegando a la casa no esperaba la mamá con un pedazo de manguera en la mano para recibirnos por perdernos toda la tarde jajajaja que tiempo mis nietos no entenderían cómo nos divertimos el día terminaba con una pichanga con una pelota plástica que comprabamos donde el chuncho la pichanga terminaba cuando se reventaba la pelota el color de nuestros pies era color tierra tiempos inolvidables quizás me entiendan los que vivieron en La Bandera la gran población saludos y un gran abrazo

La chicoca (08 Ago 2023) —Increíble,
Los sitios y la tiza, manzana 38 sitio 4.
La copa de agua naranja.
Pasaba como un canal y habian animalitos.

me recuerdo de la escuela 107.
La cancha y Juventud América jugando al fútbol con las chiquillas.
Peluquería Teresita.
Botilleria Sra Amada Don carlos.
El Quiosco de la Sra Lily
La sra lily y sus tejidos
El bus 80
La micro Ovalle Negrete
La tele ANTÚ
todos en las calles jugando con la manguera
Haciendo colas comprando parafina.
Me recuerdo de los profes Srta Elsa Gonzalez, Sr Toro, sr Flores, sr Campos, Fresia Espinoza.
Haciendo cubitos en casa de los vecinos por no tener refrigerador.

Saludos a todos ustedes y que la vida les sonría siempre

Rolando Mancilla Veliz (24 Ene 2024) —Se valora el trabajo de Mmeoria tan necesario en la construcción popular de las organizaciones de Pobladores. Pero, dentro de aquella misma rigurosidad historica, se tiende por afanes de protagonismo político torcer a veces los sucesos. Los primeros pobladores del Fundo La Bandera llegaron el año 69, gracias a la organización de allegados de pobladores dirigidos en su mayoría por Comunistas a través de la Operación Sitio. Hay apellidos de hombres y mujeres que lamentablemente, se tienden a olvidar como los Jofré, Castillo, Lastra, Mancilla (mi padre), Palacios, etc...) Posteriormente en el año 70 bajo el recién asumido gobierno de la Unidad Popular con el compañero Allende como presidente, se produuce la toma del MIR en parte del primer sector que da hacía Americo Vespucio, conocida como la 26 de Enero. Recordar que el MIR era partido opositor a la Unidad Popular en aquellos años. Respetando la organización de esos pobladores, pero también la lucha de los que llegaron primero a fundar el Fundo La Bandera para convertirla en la Población la Bandera, es un acto de honor y ética Revolucionaria que debe siempre prevalecer. Nunca jamás por colores de bandera esconder y sepultar la historia del mismo pueblo que se dice defender. Eso no más.