Nosotros los chilenos

A la Memoria de Diana Arón Svigiliski y miles de compañeras más

Se realizó la Feria del libro de Buenos Aires, el autor y Quimantú en el marco de 50 años, postulamos para ir con el libro “Escenas Perdidas”, que recoge la investigación de 8 años de un periodista porteño sobre el mundo del cine de la CUT y el registro de los balnearios populares en tiempos de la UP, en esos tiempos en que todos éramos cineastas, actores, guionistas y tramoya si las circunstancias lo pedían y el colectivo lo trabajaba.

La solicitud fue rechazada por el Ministerio de Cultura diciendo que no estaba seleccionado para la FILBA, que había alcanzado 93 puntos de 100, y que diez días eran muchos.

Sin embargo, “Santiago de Chile” era el invitado especial a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, ese evento que se realiza todos los años en La Rural SA, propiedad de empresas que explotan comercialmente un inmenso predio: 50%, Sociedad Rural Argentina; 25%, Fénix Entertainment Group; y 25% APSA. Todos de la clase terrateniente argentina, como la familia Martínez de Hoz, parte de la dictadura de Videla. Un espacio mercantilizado por las elites, y agenciado por las grandes editoriales, donde todo se paga…

El mandatado para hacerse cargo de la representación nacional fue el creador de la cultura chatarra televisiva, Don Jaime de Aguirre, que a pesar de ser arte y parte del financiamiento ilegal de la política con SOQUIMICH, Aguas Andinas, y el grupo Angelini, es hoy Ministro de Cultura, y mentor de la presencia de Chile en el país de Julio Cortázar, Rodolfo Walsh, Roberto Arlt, de Alfonsina Storni, y 30.000 desaparecidos.

Que miedo… la misma tecnocracia que en 1992, Chile transportó un iceberg a la Exposición Universal de Sevilla…. extraído de la Antártida y trasladado en un buque de la Armada hasta Europa, con el obsceno costo para el Estado de 12 millones de dólares. 85 toneladas de aguas prístinas para renovar votos con el rey de España por 500 años más de colonialismo, y de paso blanquear la concertada salida de la dictadura cívico militar.

Todo un operativo de ideólogos, consejeros, publicistas, empresarios, políticos y militares, para exhibir un Chile en venta en el mercado internacional de la globalizacion. Fue la punta del Iceberg, pues a partir de ahí, nuestros bienes comunes se venderían para usufructo de ese 0,7 % de la población, dueño de todas nuestras riquezas. Otro zarpazo del jaguar o puma chileno en contra de su pueblo por las castas de arriba.

85 toneladas que por 50 años siguen derritiendose y pesando sobre nuestro pueblo y territorios, a manos de un modelo neoliberal depredador y mercantil único en el mundo, que terminó con todas nuestras aspiraciones como pueblo soberano.

Quizás De Aguirre pensó en trasladar una araucaria milenaria del sur militarizado, o el Costanera Center para ponerlo al lado del obelisco, o forestar con pinos la ribera del rio de la Plata, o fabricar un rollo gigante de papel higiénico para que rodara desde la avenida 9 de julio hasta Corriente 348. Pero nada resultó, y si a eso se sumaba que a Zurita lo conocían demasiado, Donoso había muerto, Neruda había sido asesinado por la cívica militar… el escenario era complejo.

Entonces Don Jaime de Aguirre, a propósito de escenas perdidas, se acordó de un pequeño libro de la colección nosotros los chilenos que tenía guardado, era de una editorial que en novecientos días, había sido capaz de editar, imprimir, publicar y distribuir para todes 10 millones de ejemplares. Empresa gestionada por sus trabajadores, bajo una política horizontal y de asambleas, a la cual bautizaron ellos mismos como Quimantú: Sol del saber.

Y partió con su agencia publicitaria, montajes, infra, luces de neón a instalar y sacarle provecho a una experiencia negada por 50 años, entre otras muchas. Ahí vinieron discursos, poemas, abrazos cocteles y paseos por la Rural y Puerto Madero.

No sabemos si en los actos se habló, o nombró a los miles de libros que murieron entre las hogueras, copiando a los nazis, imponiendo que leer y pensar era un delito con penas de cárcel o destierro. Que fue una editorial con detenidos desaparecidos, encarcelados, exiliados y cesantes.

No sabemos si es que alguien se enteró de que nunca más fuimos nosotros los chilenos, porque acribillados cayeron la fábrica de libros y pensamiento crítico colectivo, y aprovechando el humo que duele los ojos desde entonces, lo utilizaron como cortina para tapar la pobreza, miseria cultural, educacional e identitaria del Chile actual, que como maestro de ceremonia abrió el tremendo cóctel al mejor estilo romano el Intendente de Santiago Claudio Orrego, esos mismos que propiciaron el golpe de estado.

“Escenas perdidas”, el libro que rescató la creación del departamento de Cine de la CUT sobre los balnearios populares de la Unidad Popular, no viajó, no se mostró la película de cuando éramos nosotros los chilenos: “Un verano feliz” no se pudo mostrar, y no se habló de esta otra Quimantú, esta pequeña, la del precio de la rebeldía, la de a mano y sin permiso, esa de que todavía hay un Chile que se construye a pulso.

Ellos esconden las escenas perdidas, nosotros las recogemos, para encontrarnos.

A 53 años de la Victoria popular y 50 de resistencia.

 

Mario Ramos

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