Una mirada transfronteriza

A propósito del lanzamiento de Cruzando fronteras

En la primera versión de la Feria Internacional del Libro de Valparaíso (FILVA), realizada en diciembre de 2017, tuvo lugar el lanzamiento de Cruzando Fronteras: mujeres indígenas y feminismos abajo y a la izquierda de Sylvia Marcos, a una semana del realizado en el Barrio Yungay (Santiago), durante el “Yo me Libro de las Fronteras”.

Del mismo modo que en el Barrio Yungay, la mesa de presentación fue conformada únicamente por compañeras. En este caso contamos con Dana Sepúlveda y Patricia López Pereira, ambas pertenecientes a Quimantú y a la Escuela Pública Comunitaria de Las Cañas/Las Huaitecas, así como también con Alejandra Milena, ilustradora del libro, y por último, con la lamngen Marjorie Huaiqui, mapuche, madre, poetiza y profesora de Historia y Geografía.

La jornada comenzó con una anécdota. Horas antes, una señora que había asistido la FILVA, a propósito del libro de Sylvia Marcos, consultó a quienes se encontraban en el puesto de venta de Quimantú, cómo era posible convocar a las mujeres a “realizar su propia revolución”, y del mismo modo, por qué debían los hombres atenerse a esta, reconstruyéndose de paso, pues según ella, “el machismo era culpa de las mujeres”.

Sabemos que esta situación, más allá de ser una mera anécdota, es una lectura común en los espacios sociales donde nos relacionamos, inclusive en aquellos en donde nos organizamos. Del mismo modo, estamos al corriente de que la concepción de la asistente anteriormente expuesta, forma parte de todo un imaginario fuertemente arraigado en las sociedades contemporáneas, el cual no será fácil erradicar. Las propias experiencias feministas dan cuenta de ello. Con todo, puede que para quienes comúnmente desarrollamos nuestra vida en los suburbios, surja una interrogante:

¿Por qué acercarnos al feminismo indígena trazado por Sylvia Marcos?

Para empezar, concebir solamente el planteamiento del feminismo indígena es simplificar mucho. En primer lugar, porque Sylvia no aborda tan sólo la experiencia de un pueblo indígena, sino la de decenas de éstas. A saber, en el Primer Congreso Nacional de Mujeres indígenas —en donde participó Sylvia y reunió parte de las citas presentes en el libro—, las congresistas provenían de comunidades tzotziles, tzeltales, tojolabales, zapotecas, por tan sólo citar algunas.

Además, por el contrario de lo que podríamos suponer, tampoco estudia exclusivamente las pertenecientes o relacionadas de algún modo al movimiento zapatista, puesto que también presenta análisis y testimonios de experiencias —lejanas en principio— de países tales como Irán, Turquía, lugares como el Neguev de las beduinas o territorios como Jerusalén, esto es, Palestina e Israel.

Es preciso señalar también, como aclara Sylvia, que el libro consta de tres partes. La primera parte alberga sus últimas producciones teóricas, las que por cierto se alejan del formato académico, pues “toda teoría redonda, cerrada, se desmorona ante el primer viento de realidad” como bien sostiene el Subcomandante Insurgente Galeano, aludido por la misma autora. La segunda parte es un conjunto de sistematizaciones, abundantes en citas y referencias. La tercera parte es una suerte de crónica de diversos encuentros con mujeres en resistencia del Medio Oriente, conforme señalamos anteriormente.

Para la autora, “[Cruzando fronteras] es un libro hecho de retazos de insurrección en diferentes ámbitos. Sí, sobre las mujeres; sí, sobre las indígenas; sí, sobre las cosmologías otras; sí, sobre mis andares por el mundo conociendo y re-conociendo experiencias de vida y rebeldía semejantes a las mías, a las de las zapatistas, de las feministas, de las académicas comprometidas con la creación de sociedades justas, sí, pero no en abstracto sino enlazadas y enfocadas desde otro lugar”.

A propósito de las cosmologías otras, cabe comentar que durante la presentación, se sostuvo que la espiritualidad no era sino otra forma de defensa ante los Estados que se suponen laicos, pero que no dudan en demostrar sus fundamentalismos a la hora de legislar sobre el aborto, por citar tan sólo un caso. Ahora bien, también se precisó lo fundamental de realizar tal espiritualidad por fuera de los esencialismos que frecuenta la lectura de las realidades indígenas, esto es, efectuarla críticamente. Ya que como fue manifestado, en lo que respecta al pueblo mapuche, no se puede hacer la vista gorda ante la baja participación de sus mujeres en el ámbito político, ya sea en un rol dirigente o de demandante en la agenda política, por ejemplo. Esto sin obviar la importante contribución de las machis a la espiritualidad —cabe subrayar que esta no es su única función— de las comunidades mapuche, lo mismo que en algunos sectores del pueblo chileno, según quedó demostrado en las diversas jornadas solidarias por Francisca Linconao realizadas a lo largo del país.

Son estas últimas las que demuestran de manera concreta el valor de abordar el feminismo desde una perspectiva de lucha “transfronteriza”, al decir de Sylvia, sobre todo si cobramos conciencia de las distintas arenas que nos ofrece la globalización desde abajo, con toda la posibilidad de apoyos mutuos que éstas nos permiten.

Por otro lado, vale la pena referirse a dos intervenciones hechas durante el diálogo.

Primero, al testimonio que relataba como una mujer de izquierda, se veía forzada a dejar en su hogar a otra mujer —indígena por cierto— de empleada doméstica, mientras se dedicaba a su vida pública, la misma en donde trataba cuestiones referentes a la política, y paradójicamente, a la emancipación de la mujer.

Segundo, a una demanda de instrucción en torno al feminismo realizada por hombres asistentes. Al respecto, consideramos que hasta cierto punto, la orientación femenina es más que un aliciente y los espacios de diálogo son indispensables. Pero sin embargo, el tema de fondo en este caso, es asumir la necesidad de nuestra autoformación al respecto. Existe una necesidad profundamente política en ello, y por cierto, urgente, en abrir aquellos “puentes”, al decir de Sylvia, que aunque inestables, nos produzcan vértigo y a veces temor, nos permitan imaginar una vida nueva, otro camino y otro mundo con nuestras compañeras.

Por último, creemos importante mencionar que el lanzamiento de “Cruzando fronteras” supuso no sólo un debate de ideas, sino que análogamente y de forma espontánea, fue un espacio de naciente sororidad, en donde presentadoras y asistentes pudieron entregarse amor, alegría y complicidad, algo que a pesar de lo breve fue igualmente significativo, si tomamos en cuenta la aguda violencia de un sistema que cada día cobra más vidas de mujeres, asesinadas o torturadas por el mero hecho de serlo.

A decir verdad, para Quimantú, la sola posibilidad de facilitar instancias fraternas como la anteriormente expuesta, le otorga un especial sentido a la publicación de libros, sino es que en resumidas cuentas, se admite como uno de los motivos fundamentales de su existencia como editorial.

Por Ignacio Andrés

 

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