Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política
Una lectura desde América Latina
Hernán Ouviña
Card image cap

Prólogo por Silvia Federici

El homenaje de Hernán Ouviña a Rosa Luxemburgo es un ejemplo poderoso de cómo nuestra lectura del pasado se torna viva cuando está motivada por preguntas, luchas y preocupaciones del presente. Se ha escrito mucho sobre Luxemburgo. No obstante, en un texto animado por una profunda empatía por su obra y trabajo, Ouviña nos da una mirada fresca que muestra la relevancia de las teorías de Luxemburgo para la nueva generación de activistas para quienes el libro fue pensado, así como la afinidad de sus propuestas políticas con las aspiraciones que caracterizan las luchas populares en América Latina en los tiempos recientes. Uno de los méritos del libro reside en que, al repensar la vida y la obra de Luxemburgo, Ouviña nunca pierde de vista a sus lectores, que hoy se extienden a través de un amplio espectro de movimientos feministas, ecológicos e indígenas, que crecientemente están construyendo terrenos comunes y tomando las calles en una nueva ola de luchas insurreccionales. Su propósito es mostrar que en Luxemburgo pueden encontrar una “camarada de armas”, en cuya lucha pueden reconocer la propia.
Es con ese objetivo en mente que Ouviña reconstruye la trayectoria política de Luxemburgo y revisita una serie de problemas que por mucho tiempo han agobiado y dividido a generaciones de activistas: su concepción de la relación entre espontaneidad y organización, su crítica de la centralización organizativa propuesta por el Lenin del Qué hacer, su apoyo a las políticas revolucionarias contra las tendencias reformistas promovidas por Eduard Bernstein en la Segunda Internacional, y su internacionalismo. Ouviña retorna a estas cuestiones en un conjunto de capítulos que cuidadosamente reconstruyen el contexto de involucramiento teórico y político de Luxemburgo, al mismo tiempo que corrige las interpretaciones erradas más comunes de las posiciones que ella asumió en los debates generados dentro de la Segunda Internacional y del naciente bolchevismo.
Él argumenta, por ejemplo, contra la frecuente caracterización de Luxemburgo como “espontaneísta”, que el objetivo de Luxemburgo no era denostar la organización sino alertar sobre su degeneración en profesionalismo político, ya que concebía, por su confianza en la creatividad de las masas, a la organización como un proceso. Remarcablemente, en este caso, como en todas las discusiones sobre el trabajo de Luxemburgo, Ouviña no solo examina sus teorías, sino que las pone a prueba a través de una constante comparación con su práctica política. Muy recomendable es el estilo pedagógico de su presentación, que está explícitamente organizado como una suerte de diálogo con el lector, con constantes referencias al contexto histórico, como una lección a ser aprendida para las tareas políticas actuales.
Más aún, la principal contribución del libro es la atención que Ouviña le otorga a los intereses de Luxemburgo en torno a temas que la ortodoxia marxista ignoró o marginalizó, pero que ahora están a la cabeza del pensamiento y la acción radicales.
Como Ouviña reconoce, es materia de debate si Luxemburgo puede ser considerada una feminista en el sentido contemporáneo del término, ya que ella nunca miró al capitalismo y a la actividad revolucionaria desde una “perspectiva de la mujer”, y siempre priorizó el punto de vista de la clase como perspectiva totalizadora y no afectada por cuestiones de género y raza. Al mismo tiempo, Ouviña muestra que su vida era un feminismo en acción, que rechazaba las formas y las normas de conducta –vigentes también en círculos radicales– que podrían exigirle que, como mujer, guardara su lugar y se inclinara ante sus camaradas varones, una regla que ella permanentemente violaba, en política tanto como en el amor. Debe agregarse que, mientras nunca se llamó a sí misma feminista, Luxemburgo ha inspirado a activistas y teóricas feministas, como Maria Mies y Claudia von Werlhof –fundadoras de la escuela Bielefeld– que a partir de su reconocimiento de la colonialidad estructural del capitalismo, han teorizado sobre la subyacente continuidad entre colonización y el sometimiento de las “amas de casa”, expresiones ambas de la necesidad del capitalismo de expandirse, incorporando áreas aún no reducidas a la dominación del mercado. Como Mies escribió en su Patriarcado y acumulación a escala mundial:
“lo que [Rosa Luxemburgo] nos ayudó a desarrollar, de cara a nuestro análisis feminista del trabajo de las mujeres en todo el planeta, fue una perspectiva que iba más allá del limitado horizonte de las sociedades industrializadas y de las amas de casa de esos países. Ayudó además a trascender teóricamente las diferentes divisiones artificiales creadas por el capital, en particular la división sexual del trabajo y la división internacional del trabajo, gracias a las cuales se invisibilizan estas áreas, explotadas en las relaciones de trabajo no asalariadas y en las que las normas y las regulaciones relativas al trabajo asalariado quedan suspendidas” (Mies, 2019: 91).
Mientras el feminismo de Rosa Luxemburgo puede ser puesto en cuestión, no así se puede desconocer su profundo amor por la naturaleza, como se expresa en la pasión por la botánica que mantuvo durante sus muchos días en prisión, donde recolectaba especies de plantas y flores que podrían haber conformado un verdadero herbario. Aquí otra vez Ouviña identifica su conexión política e ideológica con la cosmovisión y la lucha de los pueblos indígenas, así como el crecimiento de la preocupación de las y los jóvenes de hoy por la devastación producida por el desarrollo capitalista que está consumiendo actualmente el planeta. Igualmente fuerte, como Ouviña muestra, fue su amor por los animales, como se evidenció en una carta que le envió a una amiga, describiendo su dolor y horror al ver a un búfalo cruelmente abatido por un soldado en el patio de la cárcel. “¡Mi pobre búfalo, mi pobre y querido hermano! Estamos aquí, tu y yo, débiles y silenciosos, unidos por nuestro dolor”, escribió Luxemburgo, y nosotros, que ahora leemos sus palabras, debemos agradecerle a Ouviña por incluir en el texto esta carta y tantas otras que ella le envió a amigas y amores, y que nos hacen escuchar su voz, ver su generoso carácter y su profunda pasión por la justicia.
Tal como poderosamente demuestra este libro, el asesinato de Rosa Luxemburgo no logró su objetivo. Ella no fue silenciada. Más que eso. Como Ouviña señala, mientras muchos marxistas han caído en la total oscuridad, su visión política –sobre todo, su anti-colonialismo y anti-capitalismo– son más relevantes que nunca. No solo autores tan diversos como Maria Mies y David Harvey, entre otros, han sido influenciados por su trabajo. Su predicción sobre la inevitable expansión planetaria del desarrollo capitalista ha sido totalmente verificada, así como su confianza en la capacidad de las y los explotados para movilizarse e inventar nuevas prácticas políticas para bloquear esta expansión.

 

Card image cap
Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política
Una lectura desde América Latina
Hernán Ouviña

Prólogo por Silvia Federici

El homenaje de Hernán Ouviña a Rosa Luxemburgo es un ejemplo poderoso de cómo nuestra lectura del pasado se torna viva cuando está motivada por preguntas, luchas y preocupaciones del presente. Se ha escrito mucho sobre Luxemburgo. No obstante, en un texto animado por una profunda empatía por su obra y trabajo, Ouviña nos da una mirada fresca que muestra la relevancia de las teorías de Luxemburgo para la nueva generación de activistas para quienes el libro fue pensado, así como la afinidad de sus propuestas políticas con las aspiraciones que caracterizan las luchas populares en América Latina en los tiempos recientes. Uno de los méritos del libro reside en que, al repensar la vida y la obra de Luxemburgo, Ouviña nunca pierde de vista a sus lectores, que hoy se extienden a través de un amplio espectro de movimientos feministas, ecológicos e indígenas, que crecientemente están construyendo terrenos comunes y tomando las calles en una nueva ola de luchas insurreccionales. Su propósito es mostrar que en Luxemburgo pueden encontrar una “camarada de armas”, en cuya lucha pueden reconocer la propia.
Es con ese objetivo en mente que Ouviña reconstruye la trayectoria política de Luxemburgo y revisita una serie de problemas que por mucho tiempo han agobiado y dividido a generaciones de activistas: su concepción de la relación entre espontaneidad y organización, su crítica de la centralización organizativa propuesta por el Lenin del Qué hacer, su apoyo a las políticas revolucionarias contra las tendencias reformistas promovidas por Eduard Bernstein en la Segunda Internacional, y su internacionalismo. Ouviña retorna a estas cuestiones en un conjunto de capítulos que cuidadosamente reconstruyen el contexto de involucramiento teórico y político de Luxemburgo, al mismo tiempo que corrige las interpretaciones erradas más comunes de las posiciones que ella asumió en los debates generados dentro de la Segunda Internacional y del naciente bolchevismo.
Él argumenta, por ejemplo, contra la frecuente caracterización de Luxemburgo como “espontaneísta”, que el objetivo de Luxemburgo no era denostar la organización sino alertar sobre su degeneración en profesionalismo político, ya que concebía, por su confianza en la creatividad de las masas, a la organización como un proceso. Remarcablemente, en este caso, como en todas las discusiones sobre el trabajo de Luxemburgo, Ouviña no solo examina sus teorías, sino que las pone a prueba a través de una constante comparación con su práctica política. Muy recomendable es el estilo pedagógico de su presentación, que está explícitamente organizado como una suerte de diálogo con el lector, con constantes referencias al contexto histórico, como una lección a ser aprendida para las tareas políticas actuales.
Más aún, la principal contribución del libro es la atención que Ouviña le otorga a los intereses de Luxemburgo en torno a temas que la ortodoxia marxista ignoró o marginalizó, pero que ahora están a la cabeza del pensamiento y la acción radicales.
Como Ouviña reconoce, es materia de debate si Luxemburgo puede ser considerada una feminista en el sentido contemporáneo del término, ya que ella nunca miró al capitalismo y a la actividad revolucionaria desde una “perspectiva de la mujer”, y siempre priorizó el punto de vista de la clase como perspectiva totalizadora y no afectada por cuestiones de género y raza. Al mismo tiempo, Ouviña muestra que su vida era un feminismo en acción, que rechazaba las formas y las normas de conducta –vigentes también en círculos radicales– que podrían exigirle que, como mujer, guardara su lugar y se inclinara ante sus camaradas varones, una regla que ella permanentemente violaba, en política tanto como en el amor. Debe agregarse que, mientras nunca se llamó a sí misma feminista, Luxemburgo ha inspirado a activistas y teóricas feministas, como Maria Mies y Claudia von Werlhof –fundadoras de la escuela Bielefeld– que a partir de su reconocimiento de la colonialidad estructural del capitalismo, han teorizado sobre la subyacente continuidad entre colonización y el sometimiento de las “amas de casa”, expresiones ambas de la necesidad del capitalismo de expandirse, incorporando áreas aún no reducidas a la dominación del mercado. Como Mies escribió en su Patriarcado y acumulación a escala mundial:
“lo que [Rosa Luxemburgo] nos ayudó a desarrollar, de cara a nuestro análisis feminista del trabajo de las mujeres en todo el planeta, fue una perspectiva que iba más allá del limitado horizonte de las sociedades industrializadas y de las amas de casa de esos países. Ayudó además a trascender teóricamente las diferentes divisiones artificiales creadas por el capital, en particular la división sexual del trabajo y la división internacional del trabajo, gracias a las cuales se invisibilizan estas áreas, explotadas en las relaciones de trabajo no asalariadas y en las que las normas y las regulaciones relativas al trabajo asalariado quedan suspendidas” (Mies, 2019: 91).
Mientras el feminismo de Rosa Luxemburgo puede ser puesto en cuestión, no así se puede desconocer su profundo amor por la naturaleza, como se expresa en la pasión por la botánica que mantuvo durante sus muchos días en prisión, donde recolectaba especies de plantas y flores que podrían haber conformado un verdadero herbario. Aquí otra vez Ouviña identifica su conexión política e ideológica con la cosmovisión y la lucha de los pueblos indígenas, así como el crecimiento de la preocupación de las y los jóvenes de hoy por la devastación producida por el desarrollo capitalista que está consumiendo actualmente el planeta. Igualmente fuerte, como Ouviña muestra, fue su amor por los animales, como se evidenció en una carta que le envió a una amiga, describiendo su dolor y horror al ver a un búfalo cruelmente abatido por un soldado en el patio de la cárcel. “¡Mi pobre búfalo, mi pobre y querido hermano! Estamos aquí, tu y yo, débiles y silenciosos, unidos por nuestro dolor”, escribió Luxemburgo, y nosotros, que ahora leemos sus palabras, debemos agradecerle a Ouviña por incluir en el texto esta carta y tantas otras que ella le envió a amigas y amores, y que nos hacen escuchar su voz, ver su generoso carácter y su profunda pasión por la justicia.
Tal como poderosamente demuestra este libro, el asesinato de Rosa Luxemburgo no logró su objetivo. Ella no fue silenciada. Más que eso. Como Ouviña señala, mientras muchos marxistas han caído en la total oscuridad, su visión política –sobre todo, su anti-colonialismo y anti-capitalismo– son más relevantes que nunca. No solo autores tan diversos como Maria Mies y David Harvey, entre otros, han sido influenciados por su trabajo. Su predicción sobre la inevitable expansión planetaria del desarrollo capitalista ha sido totalmente verificada, así como su confianza en la capacidad de las y los explotados para movilizarse e inventar nuevas prácticas políticas para bloquear esta expansión.

 

Compartir...
Share on Twitter Share on Facebook

Hernán Ouviña

Politólogo, doctor en ciencias sociales y educador popular. Profesor de la Carrera de Ciencia Política e Investigador del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Buenos Aires. Ha participado de diversas iniciativas de educación popular y coordinado talleres de formación junto a movimientos sociales y sindicatos de base de Argentina y América Latina. Es autor y compilador de libros y materiales centrados en el pensamiento crítico y la realidad latinoamericana, entre ellos Zapatismo para principiantes y Estados en disputa. Auge y fractura del ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina.

Y tú, ¿Qué dices?