LA GUERRA CONTRA LOS ACTORES SECUNDARIOS

Daniel Fauré

¿Cuándo, en 30 años de postdictadura, habíamos visto un colegio así, como el que se ve en la fotografía? ¿Con el ejército para civiles –FF.EE.- apertrechado en sus techos y con “guanacos”, “zorrillos” y micros vigilando sus ingresos desde la calle? Peor aún. ¿Cuándo se había dado una situación así en un escenario en que pareciera que a nadie, o a muy pocos, incomoda?

El gobierno derechista de S. Piñera tiene una oscura agenda encubierta. Esa agenda busca sistemáticamente insertarnos la idea de que los estudiantes del Instituto Nacional son delincuentes o terroristas, que el conflicto se resuelve instalándoles cámaras y controles de identidad que los mantengan vigilados y, de no resolverse, cerrando el año escolar (o amenazando con ello) o, en caso extremo, cerrando el establecimiento. ¿Alguien recuerda una amenaza del calibre de la que hizo Alessandri hace unas semanas? ¿Se imagina una amenaza así, de cierre del Instituto Nacional, en medio de las movilizaciones del 2011? Nos hubiésemos reído en su cara por horas y se hubiesen organizado al menos tres flash mob de mufa. ¿Por qué hoy nos parece una amenaza real? ¿Qué cambio en esta etapa?

Esto fue una operación muy bien montada por parte del gobierno. Y no me vengan con el cuentito de la ‘conspiración salfateana’: esta derecha es la misma que, cuando quiso derribar a un gobierno de izquierda, bombardeó La Moneda, tiene el mismo ADN de sus amigos de RP Global que, cuando quisieron eliminar la disidencia a sus proyectos, asesinaron a Macarena Valdés y lo hicieron pasar por suicidio. Son capaces de eso, y mucho más. Muchísimo más.

El objetivo es anestesiar. Es repetirte tantas veces una escena hasta que la naturalices. Es llenar la agenda mediática con ello hasta que, si sentiste alguna vez empatía por los estudiantes, te terminen aburriendo.

El objetivo es el Instituto Nacional porque sigue siendo el símbolo más importante de la educación pública, gratuita y de calidad. Con todos sus peros, lo sigue siendo. Su ecuación es simple: si nadie parece inmutarse porque se invade este colegio con FF.EE:, se gasea a sus estudiantes, se registran sus identidades y mochilas a diario, ¿quién se va a inmutar cuando lo hagan en el colegio en la periferia?

Esto es recién la punta de lanza de un proceso mayor de criminalización, y va de la mano de los afanes de la derecha de que aprobemos una absurda ley antiterrorista en Chile.

La agenda no se va a detener. Lo vimos en la U. de Chile y en la USACH hace pocos días: incidentes habituales entre Carabineros y manifestantes terminan con llamados a implementar “(J)Aula Segura” no solo en los colegios, sino también en las universidades (públicas, claro está). El llamado tuvo poco eco y se desinfló rápidamente. La derecha se dio cuenta que el horno no está listo aún. Por eso, hay que agotar el montaje secundario primero.

Esto seguirá pasando mientras sigamos naturalizando la criminalización y la oposición –social, cultural y política- al neoliberalismo siga dispersa. Seguirá pasando mientras sigamos criticando los medios masivos de comunicación sin levantar ni potenciar los medios alternativos. No me pidan más pistas. Hoy no las tengo. Hoy solo tengo rabia, mucha, mucha rabia.

Las y los secundarios han sido los más radicales críticos de la pax neoliberal de la Concertación, la Derecha y la Nueva Mayoría. Desde el mochilazo del 2001 no han parado. No es el momento de abandonarlas ni abandonarlos.

Fotografía: Piensa Prensa

 

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Y tú, ¿Qué dices?

Helendag (19 Sep 2019) —Hola.

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