Desde hace una década hemos visto en nuestro país un nuevo ciclo de flujo de las luchas sociales, protagonizado por la juventud. Cuando los próceres del socialismo volvían en sus trajes europeos y nos señalaban que debíamos resignarnos, parecía que el consenso de la república neoliberal estaba asegurado. Daba lo mismo el género, la militancia o la supuesta ideología del inquilino de La Moneda. Como en el tango Cambalache, los inmorales se habían igualado.
Atrás habían quedado los coligües y los eslóganes de los ‘70, la historia había terminado y todos seríamos felices gracias al consumo. Pero, llegó el nuevo milenio y las y los jóvenes que miraban con asco el jueguito de las sillas musicales en el Estado, la corrupción y la corruptela, el gatopardismo de una elite con vínculos de sangre y toda una serie de mecanismos miserables para ejercer el poder, decidieron decir basta.
10 años han pasado desde el “inicio” de esa reintensificación del ciclo de luchas sociales. En su camino, descubrimos que “a los próceres del socialismo la CIA no los iba a desclasificar nunca, porque le trabajaban gratis”, también que daba lo mismo la falda o el pantalón, los arreglos cosméticos y las reformitas por aquí y por allá. Aún es pronto para saber qué sucederá con este ciclo de luchas sociales. Si terminarán siendo integradas al establishment o si su potencial revolucionario nos permitirá avanzar para conseguir la soberanía que tantas veces en la historia la casta dominante nos ha expropiado.
Por eso para Quimantú resulta valiosa la publicación de este libro de aportes para interpretar la actualidad. En él no se encontrarán los análisis del sociólogo de moda ni fórmulas para acomodarse. No están los discursos reconfortantes ni tampoco propuestas reformistas. Por el contrario, es una compilación de textos incómodos, que fueron escritos en medio de la contingencia. Se reúnen artículos de intelectuales de primera línea como Kremerman, Salazar o Riesco, entre otros, pero también propuestas de organizaciones sociales y políticas que han rechazado las transacas por arriba, de los partidos institucionales. Como su nombre lo señala no se centran en el 2011 como momento único, sino que leen este año como resultado del ciclo de luchas que hemos descrito. Aunque valoran lo logrado, son textos críticos con el conformismo y rechazan de plano la interpretación del 2011 como una supuesta toma de la Bastilla, que el pensamiento acomodaticio pretende instalar. No tratan de congraciarse con los partidos que en estos momentos negocian pensando en las elecciones de 2012 y 2013. No ocultan su rechazo a la miseria de la política dominante en sus variadas versiones de reformistas tradicionales, neorreformistas, populistas, frenteamplistas y otras formas de salida rápida a la crisis. En esto no se olvidan que la actual crisis de la política no es sólo un asunto de forma, de descrédito, de falta de conexión entre los políticos y la gente u otras interpretaciones simplistas, las que la mayoría de las veces esconden otros intereses. Por el contrario, todas parten de la tesis de que para cambiar el presente es necesario hacerlo desde abajo, organizándose en los territorios, en el trabajo cotidiano que los rostros faranduleros de la dirigencia no tienen tiempo de hacer. Palabras como asamblea, transversalidad, horizontalidad, democracia directa, pertinencia del conocimiento (y no calidad de él), etc., son el epítome que los reúne y les da sentido.
Publicar un libro de contingencia en medio de ella implica un riesgo. Por eso, porque como Quimantú creemos que el énfasis en la seguridad y la conveniencia es uno de los mayores lastres que enfrenta la izquierda chilena, es que publicamos este texto, intentando con él aportar a abrir el debate, instalar los temas que el sistema quiere silenciar y cuestionar los consensos que entre gallos y medianoche se han levantado. Porque ser de izquierda no es trabajar para cambiar la vida de los otros, los pobres, los miserables, etc., sino para cambiar la propia vida mediante la acción que nutre el pensamiento, para desde él volver a la praxis que constituye nuestra cotidianidad, entendiéndola y luchando en ella. Este libro va en esa línea y creemos que será un insumo logístico en la batalla de las ideas que implica este presente de reconstitución del movimiento social.
Septiembre 2012
Desde hace una década hemos visto en nuestro país un nuevo ciclo de flujo de las luchas sociales, protagonizado por la juventud. Cuando los próceres del socialismo volvían en sus trajes europeos y nos señalaban que debíamos resignarnos, parecía que el consenso de la república neoliberal estaba asegurado. Daba lo mismo el género, la militancia o la supuesta ideología del inquilino de La Moneda. Como en el tango Cambalache, los inmorales se habían igualado.
Atrás habían quedado los coligües y los eslóganes de los ‘70, la historia había terminado y todos seríamos felices gracias al consumo. Pero, llegó el nuevo milenio y las y los jóvenes que miraban con asco el jueguito de las sillas musicales en el Estado, la corrupción y la corruptela, el gatopardismo de una elite con vínculos de sangre y toda una serie de mecanismos miserables para ejercer el poder, decidieron decir basta.
10 años han pasado desde el “inicio” de esa reintensificación del ciclo de luchas sociales. En su camino, descubrimos que “a los próceres del socialismo la CIA no los iba a desclasificar nunca, porque le trabajaban gratis”, también que daba lo mismo la falda o el pantalón, los arreglos cosméticos y las reformitas por aquí y por allá. Aún es pronto para saber qué sucederá con este ciclo de luchas sociales. Si terminarán siendo integradas al establishment o si su potencial revolucionario nos permitirá avanzar para conseguir la soberanía que tantas veces en la historia la casta dominante nos ha expropiado.
Por eso para Quimantú resulta valiosa la publicación de este libro de aportes para interpretar la actualidad. En él no se encontrarán los análisis del sociólogo de moda ni fórmulas para acomodarse. No están los discursos reconfortantes ni tampoco propuestas reformistas. Por el contrario, es una compilación de textos incómodos, que fueron escritos en medio de la contingencia. Se reúnen artículos de intelectuales de primera línea como Kremerman, Salazar o Riesco, entre otros, pero también propuestas de organizaciones sociales y políticas que han rechazado las transacas por arriba, de los partidos institucionales. Como su nombre lo señala no se centran en el 2011 como momento único, sino que leen este año como resultado del ciclo de luchas que hemos descrito. Aunque valoran lo logrado, son textos críticos con el conformismo y rechazan de plano la interpretación del 2011 como una supuesta toma de la Bastilla, que el pensamiento acomodaticio pretende instalar. No tratan de congraciarse con los partidos que en estos momentos negocian pensando en las elecciones de 2012 y 2013. No ocultan su rechazo a la miseria de la política dominante en sus variadas versiones de reformistas tradicionales, neorreformistas, populistas, frenteamplistas y otras formas de salida rápida a la crisis. En esto no se olvidan que la actual crisis de la política no es sólo un asunto de forma, de descrédito, de falta de conexión entre los políticos y la gente u otras interpretaciones simplistas, las que la mayoría de las veces esconden otros intereses. Por el contrario, todas parten de la tesis de que para cambiar el presente es necesario hacerlo desde abajo, organizándose en los territorios, en el trabajo cotidiano que los rostros faranduleros de la dirigencia no tienen tiempo de hacer. Palabras como asamblea, transversalidad, horizontalidad, democracia directa, pertinencia del conocimiento (y no calidad de él), etc., son el epítome que los reúne y les da sentido.
Publicar un libro de contingencia en medio de ella implica un riesgo. Por eso, porque como Quimantú creemos que el énfasis en la seguridad y la conveniencia es uno de los mayores lastres que enfrenta la izquierda chilena, es que publicamos este texto, intentando con él aportar a abrir el debate, instalar los temas que el sistema quiere silenciar y cuestionar los consensos que entre gallos y medianoche se han levantado. Porque ser de izquierda no es trabajar para cambiar la vida de los otros, los pobres, los miserables, etc., sino para cambiar la propia vida mediante la acción que nutre el pensamiento, para desde él volver a la praxis que constituye nuestra cotidianidad, entendiéndola y luchando en ella. Este libro va en esa línea y creemos que será un insumo logístico en la batalla de las ideas que implica este presente de reconstitución del movimiento social.
Septiembre 2012